Psicólogos, ¿Por qué ir a la privada?
Este es un tema que me preguntan mucho, y tiene respuesta fácil la verdad, pero hoy vamos a analizarla más en profundidad.
Para empezar deberíamos saber distinguir las diferentes vías de acceso a cada uno de esos puestos laborales, que no son incompatibles entre sí y que dependen solo de una cosa: El PIR. El PIR o Psicólogo Interno Residente es un sistema de formación específico (post-licenciatura) para el sistema de sanidad público Español, es la versión psicológica del MIR. Básicamente consiste en hacer un examen (al que se presentan unas 4000 personas) para acceder a una plaza de las 130 o así que se ofrecen anualmente en todo el estado. Hay gente que dedica años de su vida a preparar este examen y sólo las notas más altas acceden. Una vez aprobado el examen, el que consigue plaza accede a cuatro años de formación rotando en diferentes unidades hospitalarias hasta que una vez acaba puede optar a plaza fija como psicólogo clínico en un hospital público (digo puede porque no es tan fácil conseguirla). Ésta es la única vía de acceso para trabajar de psicólogo en la sanidad pública.
Los que nos dedicamos a la privada realizamos la misma carrera pero la formación posterior se basa en hacer un máster y en posgrados y cursos varios (los cuales frecuentemente ostentan la gente que accede al PIR también ya que pueden pasar años hasta que consiguen plaza). En cualquier caso la formación en ambos casos es algo diferente al estar enfocada al sector en que el que la realiza la va a aplicar posteriormente.
Hace ya cierto tiempo me adentré más a narrar el proceso del PIR y las nuevas regulaciones en el campo de la psicología. Pero no es el tema de hoy así que si queréis saber más os recomiendo leer ese artículo.
Sabiendo esto podemos pasar a resolver las principales diferencias a tener en cuenta para decidir entre la sanidad pública y la privada en cuanto a salud mental se refiere.
Diferencias entre ambas:
Obviamente tenemos ya la primera importante, la formación, los psicólogos clínicos que trabajan en un hospital tienen 4 años garantizados de experiencia intensa en diversas unidades (4 años si no nos toca un R2 por ejemplo que estará solo en su segundo año). Dicho esto he de decir que si bien podemos encontrarnos psicólogos con poca experiencia o limitada a un área de la psicología muy concreta en la privada, la mayoría tienen el mismo nivel de conocimientos y pocos psicólogos hay que ejerzan sin tener un máster (o dos) y varios cursos de formación. Y cómo siempre puede haber malos profesionales tanto en la pública como en la privada. Pero bueno si que es cierto que esa formación obligatoria que representa el PIR es una garantía a tener en cuenta.
Otro aspecto que debemos considerar es el económico. Por supuesto la sanidad pública es gratuita (para casi todo) y la privada no lo es. Pero esto viene a un coste. En la sanidad pública normalmente para ver al psicólogo uno debe ser derivado por un médico (lo mismo ocurre en la privada cuando se trata de seguros privados). En cambio en la privada uno puede ir directamente a ver a quién quiera, además eligiendo entre una gran variedad de profesionales (no siendo asignado a uno por el hospital). El precio de un psicólogo privado puede oscilar desde los 40 hasta los 80 € por sesión (las sesiones suelen durar entre 45 y 90 minutos), además puede haber tarifas extra por elaboración de informes. Las baterías de diagnóstico suelen ser caras también. En la pública todo esto no se paga.
¿Entonces por qué debería ir a la privada?
No es algo nuevo decir que el sistema de sanidad público está saturado. Y este es su mayor problema, la calidad de la atención que ofrece esta limitada por el sistema en el que opera. Un psicólogo clínico puede saber aplicar muy bien una programa cognitivo-conductual de tratamiento de la depresión, pero si el entorno en el que trabaja solo le permite ver al paciente una vez al mes (y durante 30 minutos) la calidad de la atención se resiente por cuestiones ajenas al profesional.
En la privada la atención es mucho más individualizada, se pueden adaptar los tratamientos a las necesidades individuales con más facilidad, la frecuencia de visitas suele ser semanal pero puede ser de varias veces por semana si el paciente lo necesita. Además el paciente siempre dispone de una hora completa por visita, una hora programada y preparada con antelación por el psicólogo especialmente para él. Esto es algo que se debe tener en cuenta a la hora de pagar, no sólo estamos pagando la hora de sesión sino el periodo de preparación previo y el posterior. La psicología privada ofrece mayor flexibilidad a la hora de programar las sesiones e incluso permite sistemas de tratamiento online o con visitas a domicilio, cosa poco frecuente en la pública (en psicología).
Otro factor es la posibilidad de contacto, muchos psicólogos en la privada pueden atender llamadas telefónicas fuera de horario laboral y ofrecer otros tipos de disponibilidad que en la pública no se contemplan.
La privada ofrece más variedad y elección. En la privada uno puede elegir a qué psicólogo ir, puede elegir la orientación del mismo (cognitiva, psicoanalítica, sistémica, etc…), puede elegir si “le cae bien” o si prefiere ir a ver a otro, puede elegir el día y la hora a la que ir, e incluso tiene parte de decisión en la frecuencia de las visitas (al final, el que paga decide).
¿Entonces cuál es mejor?
Ninguno es mejor que otro en cuanto a calidad de la intervención o capacidad del profesional (por regla general), en ocasiones incluso podría (en contra del sector donde me encuentro) decantarme por la pública, pero lo cierto es que sabiendo que podemos obtener la misma calidad en ambos sectores la decisión viene del nivel económico que tengamos. Si se lo puede permitir vaya a la privada, tendrá más tiempo, más atención y mayor flexibilidad, pero si no puede permitírselo se tendrá que conformar con la disponibilidad de la pública. Repito la calidad es la misma, pero el sistema limita su efectividad. Y hay gente que combina ambos, intercala sesiones de la pública con sesiones en la privada, y bueno, eso dificulta el trabajo a ambos profesionales, pero es una opción. Eso sí, el que vaya a la privada tiene que hacer el trabajo de búsqueda y asegurarse de elegir un profesional competente (comprobando la formación, colegiación, etc…) del profesional antes de concertar cita.
Todo lo anterior es en casos de no urgencia inmediata, es decir tratamiento a largo plazo. Está claro que en intento de suicidio se deberá acudir a urgencias hospitalarias, y que si es un domingo por la tarde pocos (o ningún) psicólogo privado le van a atender, de nuevo sería ir a urgencias. Pero bueno, tampoco le atenderían en la privada si no fuera por urgencias sin cita previa (y esto en la privada puede hacerse si el psicólogo tiene hueco y decide conceder una cita sin antelación).
Imagen: Wikimedia Commons.