Ántrax en Siberia: cuando el cambio climático puede causar la muerte
El reciente caso de ántrax en Siberia reabre el debate de los problemas que puede acarrear a la salud el cambio climático.
9 agosto, 2016 19:02Noticias relacionadas
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Seguramente en los últimos días hayáis oído hablar del brote de ántrax que ha causado una muerte y varias hospitalizaciones entre los miembros de un pueblo de Siberia.
La variante que ha dado lugar a todos estos casos es típica del ganado y muy rara vez afecta a los humanos, salvo que entren en contacto con los animales directamente o mediante el consumo de su carne.
Al tratarse de una región en la que el consumo de la carne de reno está muy extendido no debería resultar extraño si no fuese porque hacía setenta y cinco años que el último brote fue erradicado. ¿Cómo puede ser que haya vuelto de repente? Pues, según una de las hipótesis más aceptadas, la culpa la tiene el cambio climático, que con este nuevo golpe nos demuestra lo peligroso que puede llegar a ser si no se hace por detenerlo.
Nuevo brote de ántrax en Siberia
Como os decía, hace setenta y cinco años que esta región de Siberia, llamada Yamalo-Nenets, fue atacada por un brote de ántrax, también conocido en la zona como “peste siberiana“.
Dicha enfermedad, causada por la bacteria Bacillus anthracis, puede ser transmitida por el contacto a través de la piel con animales infectados, por el consumo de su carne o por la inhalación de esporas.
Esta última es la variante más mortal y es posible que sea con la que más familiarizados estéis, debido a su uso como arma biológica, pero lo que ha ocurrido en este caso no ha tenido nada que ver con eso, pues los animales infectados parecen haber adquirido la enfermedad después de estar en contacto con un reno que llevaba muerto y enterrado bajo el hielo más de setenta años.
Es muy habitual en estas regiones el empleo de una técnica, conocida como carcasas, consistente en abandonar los animales muertos a la intemperie y dejar que la nieve actúe como enterradora, sepultándolos para siempre bajo el hielo. Sin embargo, con el cambio climático nada es para siempre, por lo que después de la inusual ola de calor que ha atacado a este pueblo de Siberia este año, se piensa que un ejemplar muerto quedó de nuevo expuesto a la superficie, dando lugar a que la bacteria, que había permanecido congelada con él, vuelva a la vida infectando a otros renos, que acabaron transmitiendo la enfermedad a veinte personas y matando a un niño de doce años que había comido la carne de uno de ellos.
Los peligros para la salud detrás del cambio climático
Afortunadamente se ha conseguido poner freno a este brote sacrificando los animales enfermos y vacunando a aquellas personas que podrían haber llegado a infectarse, pero lo ocurrido ha sido suficiente para incrementar el temor a los daños, desconocidos hasta ahora, que podría acarrear el cambio climático.
Según la Organización Mundial de la Salud, son muchos los efectos perjudiciales que el cambio climático puede acarrear para nuestra salud de forma más o menos directa.
- Las altas temperaturas pueden incrementar los fallos cardiovasculares, especialmente en pacientes de elevada edad, y además aumentan los niveles de ozono, por lo que también pueden ocasionar problemas respiratorios.
- La variabilidad de las precipitaciones puede afectar al suministro de agua dulce, de modo que se resentiría la higiene de la población y aumentaría el número de casos de trastornos diarreicos asociados.
- Las inundaciones y otras catástrofes naturales pueden afectar a la salud a través de las lesiones lógicas resultantes, pero también por medio de un aumento del número de mosquitos vectores de enfermedades de gravedad variable.
Además de todo esto, también previenen de la distribución de enfermedades a través del agua y los vectores vivos, como insectos o moluscos.Por lo tanto, aún no habiendo sido contemplado, el suceso de Siberia podría englobarse en este último grupo, pues se trataría de la “vuelta a la vida” de agentes infecciosos muy peligrosos.
De momento el cambio climático nos lleva ventaja, pero no debemos rendirnos y dar la partida por perdida. Aún tenemos mucho por hacer, y desde luego que saber de consecuencias como éstas debería hacernos aún más conscientes de la necesidad de hacerlo.