El Tesla Roadster enviado al espacio acabará muy probablemente hecho pedazos; o, en su defecto, sufrirá daños considerables y emitirá nuevos escombros, tanto por la radiación solar como por posibles colisiones con micrometeoritos.
El problema de la basura espacial es algo que vemos muy lejano, como hace muchos décadas veíamos a la basura de los océanos con el argumento de que son muy grandes y es imposible que algún día la notemos (en efecto, ya la estamos notando desde hace muchos años). En cuanto a la basura espacial, es un problema reciente (se comenzó a ‘contaminar’ el espacio hace tan solo unos 60 años, aproximadamente), pero ello no implica que no podamos sufrir las consecuencias pronto, si es que no las estamos sufriendo ya.
No todos los objetos que se envían al espacio vuelven a la Tierra (diariamente, de hecho, solo que caen en el mar, a no ser que antes se hayan desintegrado en su descenso), sino que algunos se quedan allí para siempre o por décadas, girando alrededor de nuestro planeta. De hecho, muchos satélites, cuando dejan de ser útiles, no re-entran en la Tierra, sino que siguen orbitando por mucho tiempo (y se han dado casos de colisiones a causa de esto).
Las agencias espaciales que más basura espacial crean son el CIS (una organización supranacional compuesta por diez de las quince exrepúblicas soviéticas), posteriormente la NASA (Estados Unidos) y la CNSA (China); en último lugar, la ESA (la Agencia Espacial Europea).
Basura espacial: desde motas de pintura hasta trozos de satélites
Por un lado, tenemos desde pequeños objetos, como motas de pintura o pequeños trozos de metal desprendidos de naves espaciales, aunque también está el caso de los grandes residuos provenientes de satélites que ya no están en funcionamiento, pero que siguen orbitando nuestro planeta. No obstante, normalmente la basura espacial suele ser de más o menos 1 centímetro, y su fuente más común es la explosión de objetos que orbitan la Tierra, como etapas superiores de cohetes.
Esta basura puede producir impactos espaciales a velocidades de hasta 10 o 15 kilómetros por segundo (de 36 000 a 54 000 kilómetros por hora). Esto implicaría realizar la distancia en línea recta dentro de dos puntos de España (1079 kilómetros, desde Gerona hasta Huelva) en un periodo de 72 o 107 segundos o la distancia más larga en línea recta dentro de dos puntos del mundo (13 518 kilómetros, desde el oeste de África hasta el Mar de China Oriental) en 901 o 1352 segundos (15 minutos o 22,5 minutos, respectivamente).
La basura actualmente no está descontrolada, sino que se detecta y analiza mediante radares, que los organiza mediante tamaños (es capaz de detectar objetos desde los 5 centímetros hasta un metro) y posteriormente se clasifican en distintos tipos de amenazas. A fecha de 2010, había en torno a unos 13 000 objetos de unos 10 centímetros de diámetro.
Y no solo se estudia si podría colisionar con un satélite, sino que además se estudia la posibilidad de impacto con la Tierra y dónde tendría lugar la colisión. Pero no todos los objetos, desechos o basura son rastreables, y estos (los que no se pueden rastrear) son precisamente los más peligrosos.
Impactos a 12 km/s
Recientemente se ha realizado una prueba con una pieza de lo que podría pasar por basura espacial de unos 15 gramos. No es un caso real, sino un experimento de laboratorio realizado con un cañón de gas ligero con el que se lanzó la pieza a un bloque de aluminio sólido produciendo un impacto a una velocidad de unos 15 kilómetros por segundo, velocidades que se pueden alcanzar y superar fácilmente en una colisión espacial.
Los resultados, muy previsibles a la vez que ilustrativos: la pequeña pieza consiguió dejar una gran marca en el bloque de aluminio macizo, como vemos en la imagen.
Se calcula que en total puede haber más de 500 000 pequeños objetos (considerados como basura) del tamaño de un boliche o más grande, que orbitan la Tierra. De ellos, 20 000 son más grandes que una pelota de béisbol. Y recordemos que solamente basta un pequeño trozo de pintura para dañar un satélite o una nave (la NASA asegura que ya han tenido que cambiar varias ventanas [se presupone que en la Estación Espacial Internacional] dañadas por pequeños trozos de pintura).
Colisiones por basura espacial, ¿realmente ocurre?
¿Cuáles son algunos de los accidentes más graves provocados por escombros espaciales? Ha habido varios accidentes muy conocidos, como por ejemplo el de un satélite militar espía francés (encargado de interceptar ondas de radio), el Cerise, que en agosto de 1996 chocó con los restos del cohete Ariane 1 (de la ESA) que llevaban vagando por el espacio durante 10 años, viajando a 50 000 kilómetros por hora.
La colisión entre el Cerise y el Ariane 1 tuvo lugar a más de 700 kilómetros de la Tierra
Este choque fue considerado como la primera colisión accidental entre dos cuerpos artificiales en el espacio (¡y además el causante se dio a la fuga!). Los daños fueron considerablemente graves: se desprendió de la nave una porción de unos casi 5 metros del mástil de estabilización por gradiente de gravedad.
El siguiente más mediático ocurrió en febrero de 2009, cuando un satélite ruso (el Kosmos-2252) colisionó y destruyó un satélite comercial estadounidense (el Iridium 33). Ambos se destruyeron por completo en el choque, aunque únicamente el Iridium estaba en funcionamiento (el Kosmos era uno de los muchos satélites que están en desuso pero que siguen orbitando). Se generaron más de 2000 piezas (rastreables).
Por último, y aunque en este caso no fue accidental, en el 2007 China usó un misil para destruir un satélite meteorológico en desuso, lo que provocó que se crearan otros 3000 desechos espaciales.
Evitar colisiones, ¿posible?
Las colisiones se pueden evitar en la medida de lo posible, aunque como vemos, no siempre es posible. De hecho, siempre que hay un alto porcentaje de posibilidad de que se produzca una colisión, se realizan maniobras para evitarlo.
Siempre que la probabilidad de colisión sea mayor de 1 en 100 000, se llevará a cabo una maniobra para evitarlo siempre y cuando no tenga ningún impacto considerable en los objetos de la misión. Siempre que esta posibilidad sea de 1 en 10 000, se realizará cuando no ponga en peligro a la tripulación de la nave. Normalmente se puede actuar con pocas horas de antelación, pero en el caso de la ISS, por ejemplo, se necesitan del orden de 30 horas.