El tiempo en el espacio es importantísimo, como cualquier magnitud, en realidad. De hecho, tener un método no preciso para controlarlo puede significar el éxito o el fracaso de una misión. Igual que hay que ser capaces de medir distancias muy largas con precisión de un metro, tener un reloj descompensado un solo nanosegundo (una milmillonésima parte de un segundo) en un satélite puede suponer que este piense que esté ubicado unos 30 centímetros alejado del objetivo, lo que se podría ir multiplicando y provocando resultados desastrosos.
Ahora, el Laboratorio de Propulsión a Reacción de la NASA en Pasadena, California (Estados Unidos), ha finalizado el desarrollo de un nuevo reloj atómico, el DSAC (‘Deep Space Atomic Clock‘, o ‘Reloj Atómico para el Espacio Profundo‘ en español), tras 20 años en el laboratorio, y que cuenta solamente con una pérdida de un nanosegundo (una milmillonésima de segundo) cada 10 días; esto es, que el error no llegaría a un microsegundo ni siquiera en 10 años.
Este nuevo reloj, por lo tanto, permitirá que las sondas y naves espaciales puedan volar de forma autónoma en tiempo real y con una mayor precisión sin la necesidad de depender de comunicaciones con la Tierra, cambiando totalmente (según la NASA) y para siempre la forma en la que se lleva a cabo la navegación en el espacio; pues hasta ahora, este tipo de cuerpos espaciales dependían directamente de los relojes atómicos terrestres y, consecuentemente, de las comunicaciones con la Tierra.
Un reloj para que los satélites totalmente autónomos
Tal y como apuntan desde Microsiervos, este avance supone la diferencia entre tener un GPS en nuestro coche a tener que estar llamando constantemente a alguien por teléfono para saber exactamente dónde estamos y adónde tenemos que ir.
El reloj usado hasta ahora es el mismo que usan los gobiernos para sincronizar la hora o engancharse a la ‘mundial’. Está ubicado en el Observatorio Naval de Estados Unidos (USNO) y es el más preciso del mundo, o al menos hasta ahora (aunque, pensándolo bien, el nuevo no estará en la Tierra, sino orbitándola). Este es el Master Clock y funciona mediante un láser que lanza átomos hacia arriba y que registra la frecuencia de caída (un átomo de cesio 133, por ejemplo, produce 9 192 631 770 oscilaciones en un segundo), tal y como ha explicado Demetrios Matsakis, científico jefe del Servicio del Tiempo del USNO en un documental a The Atlantic.
¿Y el siguiente?
En las próximas décadas, no obstante, veremos nuevos relojes aún más avanzados. El Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (INST), por ejemplo, investiga un reloj que solamente perderá un segundo cada 100 millones de años, aunque este reloj entra dentro de los de tipo ‘lógica cuántica’, siendo 100 000 veces más exacto que el actual (el del USNO).
El problema es, que cuando llegamos a estos puntos de precisión, entran en juego otras variables que ahora mismo no se pueden controlar, como por ejemplo que en la parte superior del reloj el tiempo pase más rápido que en la parte inferior, efecto producido por campos de gravedad diferentes (según la Ley de la Relatividad).