Hace unas semanas todo el mundo estuvo expectante a la caída de la estación espacial china Tiangong-1, que estaba descontrolada desde hace años. Muchos se sorprendieron al conocer que lo ha hecho cerca de un cementerio de naves espaciales. Pero no por su cercanía, sino por el hecho de que exista un cementerio de este tipo.
Este cementerio de naves está ubicado, concretamente, en el Océano Pacífico, más específicamente en el Pacífico Sur. Se le conoce como ‘Point Nemo‘ o ‘Polo de inaccesibilidad’. La razón por la que tiene este nombre y al mismo, por qué se ha elegido como ubicación para tal función, es porque es el punto más inaccesible desde cualquier costa o tierra firme. En latín, Point Nemo significa algo así como Punto Nadie.
El punto está tan lejos de toda tierra que, con mucha probabilidad, las personas que más cerca estén sobre él son los astronautas de la ISS cuando pasan sobre él
Incluso los astronautas de la Estación Espacial Internacional (ISS por sus siglas en inglés), que están a 360 kilómetros de la superficie del mar, pasan más cerca de ese punto de la Tierra que cualquier otro humano. Está simplemente muy lejos de cualquier costa, y no hay nada en un radio de miles de kilómetros a la redonda.
Debido a la inaccesibilidad de este punto, hay muchos mitos en torno a el mismo. En 1997, por ejemplo, se registró una frecuencia ultra-baja (un sonido incluso más fuerte que el de una ballena azul) en varias ocasiones provenientes a menos de 2000 metros de este punto, sonido que se achaca a criaturas mitológicas, aunque la versión oficial de la la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA) es que provenían de icebergs rompiéndose.
Este cementerio, en concreto, reúne varios miles de unidades de naves espaciales que han ido cayendo allí durante los últimos 30 años, por lo que se encuentran probablemente decenas (si no cientos) de miles de toneladas de escombro espacial en el fondo de este punto del Pacífico Sur, donde nunca, ni siquiera, ha llegado el hombre (de hecho, estamos más cerca de llegar a Marte que de llegar a este punto).
El cementerio de naves, en el punto más remoto del planeta
Desde el comienzo de la exploración espacial, se han enviado miles de satélites fuera del planeta Tierra. Muchos se quedan orbitando para siempre, hasta que terminan por caer, pero no es la solución para evitar el poco espacio que tenemos (las órbitas terrestres, al fin y al cabo, son limitadas).
«Es un gran lugar donde puedes dejar las cosas sin golpear nada», declara Bill Ailor, un ingeniero aeroespacial y especialista en reentrada atmosférica
Tampoco es cuestión de ir almacenando las decenas de miles de misiones que se van enviando al espacio (además de que los satélites serían imposibles de recuperar), por lo que en algún momento, hace décadas, se decidió guiarlos con la poca energía que les quedaba para que cayeran en este punto.
¿Todas las naves acaban en este punto? En realidad, no todas. La estación espacial china Tiangong-1, por ejemplo, que se creía descontrolada, acabó muy cerca del cementerio, lo que significa que en realidad los chinos estaban controlando la nave para que cayese en ese lugar. Alguna vez ha ocurrido que las naves no caen en el cementerio, poniendo en peligro incluso regiones (ocurrió con Australia y Argentina, que se pusieron en alerta), pero no es lo usual, sobre todo porque en la reentrada se desintegra gran parte.