La Luna se ha convertido de nuevo en la favorita de las grandes potencias, después de décadas siendo ignorada. Durante ese tiempo, incluso se debatió la posibilidad de volver a nuestro satélite natural fuese una tarea inútil; que no queda ya mucho por descubrir, y que lo que ya sabemos de la Luna es más que suficiente. En vez de eso, la mirada se posó en otros mundos.
Ahora puede que una nueva edición de la carrera espacial hacia la Luna haya dado comienzo, después de que el vicepresidente de los EEUU, Mike Pence, haya ordenado a la NASA que se de prisa con sus próximas misiones. Inicialmente, el objetivo de la NASA era volver a enviar humanos la Luna para el 2028, pero el gobierno quiere que todos los planes se adelanten para el 2024.
Volver a la Luna en cinco años, el loco plan de la administración Trump
Por supuesto, adelantar cuatro años una misión no es tan fácil como cambiar la fecha en el calendario. Implicará una mayor cantidad de trabajo y una mayor inversión, aunque Pence no ha prometido mucho en este último aspecto. El discurso, dado en el centro Marshall de vuelos espaciales, se interpreta más como un ultimatum que como un apoyo a la NASA.
De hecho, Pence ha llegado incluso a sugerir varios cambios a la agencia para hacer realidad sus deseos de volver a la Luna; incluyendo nuevas políticas y una dirección diferente, en la que se establezcan objetivos más ambiciosos al mismo tiempo que cumplen las fechas previstas. El mensaje parece claro: la NASA se está tomando las cosas con demasiada tranquilidad y eso no le gusta a la administración Trump, que quiere resultados inmediatos.
El motivo de tanta prisa está en que EEUU no es la única con las vistas puestas en la Luna. Puede que la Unión Soviética ya no exista, pero es otro país comunista el que amenaza con romper la hegemonía de los estadounidenses en el espacio: China. El gigante asiático ya ha conseguido enviar unas sondas y un robot a la Luna, obteniendo impresionantes imágenes y una gran cantidad de datos. Es evidente que este es sólo el principio, y que China quiere “conquistar” la Luna.
El sector privado es la clave
El problema para la NASA es que no tiene lo necesario para cumplir las exigencias de Pence y Trump ni de lejos. El proyecto más avanzado es el Gateway, una estación espacial que orbitaría alrededor de la Luna, y a partir de la cual los astronautas puedan descender a su superficie. Pero el inicio de la construcción no se espera hasta el 2022, por lo que sería imposible cumplir la fecha límite del 2024.
Así que sus alternativas se encuentran en el sector privado; el propio Pence dejó caer que la NASA haría mejor en deshacerse de sus proyectos actuales y depender sólo de productos comerciales. La cuestión es que tampoco es que haya muchos productos comerciales que apunten a la Luna; incluso los más avanzados, como SpaceX, prefieren centrarse en Marte antes que en la Luna.