La relación entre el gobierno de Estados Unidos y Elon Musk está en su momento más dulce. Lo hemos podido comprobar en los viajes que la NASA ha contratado a SpaceX en los últimos meses y en la hoja de ruta que mantienen ambas entidades para continuar con los viajes futuros. También con la constelación de satélites Starlink como una de las puntas de lanza de la compañía y que se puede ver con regularidad orbitando los cielos de España.
De esta pata de negocio en forma de satélites ha surgido el último acuerdo, al menos que se haya hecho público, entre SpaceX y un organismo gubernamental de Estados Unidos. En esta ocasión, y alejándose de la NASA, ha sido el Pentágono quien ha solicitado los servicios de Starlink para llevar a cabo su misión: construir un escudo antimisiles hipersónicos.
SpaceX trabajará junto con L3Harris en el diseño, desarrollo y despliegue de una serie de satélites con sensores infrarrojos que permitirá detectar cualquier tipo de movimiento relacionado con misiles hipersónicos. Y es que la industria de lo hipersónico es una de las más pujantes a nivel global. Los escudos antimisiles, por el momento, no son capaces de detener este tipo de arma por la altísima velocidad que alcanzan los proyectiles (más de 5.000 kilómetros por hora).
Starlink contra misiles
El Pentágono, a través de la SDA (Space Development Agency, o Agencia de Desarrollo Espacial) ha contratado los servicios de SpaceX por un valor de 193,5 millones de dólares y los de L3Harris por 149 millones de dólares. Con esa cantidad de dinero, cada compañía deberá construir 4 satélites de amplio campo de visión con sensores de infrarrojos cuya información será empleada por los servicios de inteligencia de Estados Unidos. En total, estos 8 satélites serán los encargados de inaugurar un proyecto de constelación de alerta temprana que el país norteamericano quiere desplegar alrededor del mundo.
"Los satélites proveerán de datos de seguimiento de misiles de vuelo hipersónico y para la siguiente generación de amenazas de misiles avanzadas", según ha declarado Derek Tournear, director de la Space Development Agency.
Desde la SDA también han indicado que el diseño correrá a cargo de L3Harris y de SpaceX de forma independiente, pero bajo unos criterios definidos por la agencia muy claros. De esta forma, aunque físicamente ambos modelos sean diferentes tendrán que ser recoger algunas especificaciones. "Proporcionarán la detección, seguimiento y control de disparo para vehículos hipersónicos, misiles balísticos... Cualquiera de esos tipos de amenazas", ha recalcado Tournear.
El diseño de los satélites encargados a SpaceX será una derivación directa de los que actualmente operan bajo Starlink. La compañía ha conseguido abaratar notablemente los costes de producción de este modelo debido a la continua construcción y posterior despliegue para sus planes de ofrecer cobertura de internet mundial. El único elemento que no saldrá de la factoría de Elon Musk será el sensor infrarrojo, que por el momento no se ha desvelado quién será el encargado de construirlos.
Por su parte, L3Harris está en pleno proceso de desarrollo de su satélite y serán ellos mismos los encargados de diseñar y construir el sensor infrarrojo.
Según la propia SDA, se espera que los primeros satélites correspondientes con la primera tanda se establezcan en órbita baja en 2022. La segunda ola de satélites se lanzará, si todo va bien, en 2024 y será cuando el sistema de seguimiento de misiles hipersónicos comience a proporcionar información a la inteligencia estadounidense. Ya en 2026 esperan tener terminada la constelación con una cobertura mundial.
Más constelaciones
La 'capa' de satélites de seguimiento que fabricará SpaceX y L3Harris es tan solo una de las que compondrán el escudo antimisiles de Estados Unidos. El Pentágono está llevando a cabo una importante inversión en tecnología y su esquema se compone de varios tipos de satélite.
Cuando un satélite de la capa de seguimiento detecte una amenaza, como un misil balístico, enviará la información a los satélites de la capa de transporte (como así la han denominado).
"Los satélites de transporte son la espina dorsal de la Arquitectura de Defensa Espacial Nacional (NDSA, de sus siglas en inglés)", según ha dicho el propio Tournear. "Ellos [los satélites de transporte] recogen datos de múltiples sistemas de rastreo, los fusiona, y son capaces de calcular una solución de disparo" que terminaría con la amenaza. El siguiente paso es la comunicación entre los satélites de transporte y las bases antimisiles en tierra firme, que ya sabrán cómo y cuándo disparar para repeler el ataque.
El objetivo de la SDA es el de ir lanzando nuevos satélites cada 2 años, retirando a su vez los más antiguos e incorporando nuevas versiones con mejoras. Un despliegue "en espiral", según han informado.
El comunicado concluye afirmando que la arquitectura del complejo de constelaciones está enfocada totalmente en el campo de batalla terrestre. Una afirmación que deja en el aire todo lo relativo con a la guerra espacial en la que Estados Unidos tiene un peso específico muy importante. "Nuestra misión es la de ser capaces de proporcionar datos de orientación al instante para los objetivos, objetivos sensibles en el tiempo y para misiles". Estos datos después serán recibidos por las fuerzas terrestres y los podrán utilizar en tiempo real.