Golpeo las teclas como si volviera a tener una Olivetti. Es más, golpeo como si me dictara el texto mi perra que me mira afligida desde el sofá. Los perros torturados y amputados en la localidad sevillana de Saucejo por varios sádicos, los cachorros aplastados en Puertollano, la comida envenenada en Alcantarilla, Murcia; las salchichas con alfileres en parques, la perra a la que mataron en Zaragoza dándole carne con cuchillas, los jóvenes que aplastaron a pisoteadas a 72 lechones y los cientos de galgos que ahora en febrero serán, como todos los años, brutalmente asesinados o abandonados por los cazadores tras la temporada porque "ya no son útiles" son el espantoso reflejo de este mapa.
El maltrato sale gratis en España. No he tenido que hacer hemeroteca para enumerar el rosario de barbaridades anteriores, son noticias frescas en el timeline de la actualidad. Ojalá se descubra a los depravados que disfrutan con el maltrato pero, ojalá también, este país reaccione y haga una ley dura y general para los que asesinan y torturan. Con la ley actual, los bárbaros que golpearon con piedras de hormigón hasta la muerte, amputaban y envenenaban a los perros de Saucejo no entran en prisión. Apuesto a que se ríen porque han sido noticia y sus amigos, callan cómplices. Tampoco irán los que dejaron morir de hambre y sed a cuatro animales, ni el que mató al perro de su madre por venganza, ni el que golpeó a su caballo hasta la muerte. Nadie irá a prisión. Total, son animales. ¿Qué más da?
Seguramente ya habrás dejado de leer el artículo porque te da igual lo que pase con ellos, con los animales; porque piensas que hay más temas, porque crees que este es el típico grito del que tiene perro en casa y siente el dolor por proximidad. Claro. Y dirás que pierdo el tiempo. Tal vez lo pierdo mirando a mi perra y saliendo a pasear con ella. Pierdo el tiempo viendo cómo se sube en las faldas de mi madre o se acerca a las piernas de mi padre. Pierdo el tiempo cuando salta encima de mi cama para despertarme. Pierdo el tiempo cuando la veo mirar el mar como si contara los barcos. Pierdo el tiempo jugando con la pelota y calado hasta los huesos cuando la baño. Pierdo el tiempo cuando la veo dormir. Pierdo el tiempo cuando viene con la correa pidiendo paseo. Pierdo el tiempo poniéndole comida y cambiándole el agua. Pierdo el tiempo en el veterinario. Pierdo el tiempo acariciándole el lomo hasta que se duerme en mis pies. Pierdo el tiempo con ella.
Solo una frase, según Gandhi "el nivel de moral de un pueblo se puede medir por el trato que dispensa a los animales".