Los ciudadanos tenemos seis cuerpos de policía pendientes de nuestra seguridad: policía nacional, judicial, guardia civil, autonómica, municipal y privada, con tendencia creciente a unidades especiales dentro de cada una y a diferencias -muy sensibles- en medios y retribuciones. Compiten entre ellas y exigen una coordinación que no resuelve automáticamente la ley.
Recientemente, ha habido fronda con disturbio callejero, a raíz de que el Ayuntamiento de Madrid decidiese disolver las Unidades Centrales de Seguridad de la policía municipal por considerar que son caras, innecesarias y, en su opinión, duplican funciones propias de la policía nacional.
El progreso ha venido con otros contextos sociales, alejados de cuando Carlos III creó la Milicia Urbana, germen de la policía municipal, formada por personal inválido que -al tratarse de militares heridos de guerra- ya no podía servir en el Ejército.
La policía local es ahora un cuerpo auxiliar que no tiene la condición de fuerza de seguridad
Entonces no había una media de ocho manifestaciones diarias en la capital (3.085 el año pasado) y "los corbatas" (denominados así por los mandos policiales tradicionales) todavía no habían asumido funciones directivas en el Cuerpo. Ahora, la policía local, a tenor de la ley de seguridad, es cuerpo auxiliar que no tiene la condición de fuerza de seguridad, está motorizada y los agentes se muestran invisibles a los ojos de los ciudadanos.
A pesar de que se les ha caracterizado como antidisturbios, la verdadera función de estas unidades de intervención es actuar en situaciones de riesgo -un botellón masivo en el que puedan producirse agresiones a los policías o el desalojo de inmuebles de titularidad municipal, como ya ha ocurrido- para lo que fueron dotadas recientemente con material de defensa, distinto al de otras unidades de policía local. Estas unidades nacieron para llevar a cabo labores de seguridad sobre el terreno -top manta, inspección de locales de ocio, menudeo de droga- pero su función no es intervenir en alteraciones de orden público.
Algunos sitúan aquí la clave que permita entender la eliminación propuesta por el actual concejal de Seguridad del Ayuntamiento de la capital. Se trata de viejos conocidos pues, no en vano, cuando éste era el líder de las okupaciones, se enfrentó tanto a la policía nacional como a estas unidades de policía municipal. Es decir, que se conocen bien, ya que pocos meses antes de tomar posesión de su nueva función, fue identificado como el líder de la ocupación ilegal de unos locales del Ayuntamiento de Madrid. De la ocupación al escaño...
El nuevo equipo municipal ha cambiado el 'modelo Galardón', inspirado en Nueva York y Londres
La decisión del actual consistorio de la capital supone un cambio en el modelo Gallardón: la seguridad, como servicio público central y actividad esencial de la policía, teniendo en cuenta dos referencias: Nueva York y Londres.
Con una ciudadanía insatisfecha con los servicios de seguridad, agentes desmotivados, pocos estímulos profesionales y primacía del esfuerzo -número de patrullas- sobre los resultados -descenso de la criminalidad- Giuliani, alcalde de Nueva York, aumentó la presencia de agentes en las calles, sustituyó los incentivos basados en horas extras por recompensas en función del rendimiento y puso en práctica un nuevo modelo de reparto de responsabilidades entre personal civil designado por el alcalde y una estructura operativa dirigida por personal uniformado.
La experiencia de la policía comunitaria inglesa -despliegue en los barrios de agentes de la misma etnia u origen racial de la mayoría de los vecinos (para tratar de conseguir una mejor aceptación de su presencia y crear canales de información para la elaboración de planes de prevención y de intervención)- inspiró las alianzas de la policía madrileña con representantes vecinales, asociaciones y comerciantes.
Los madrileños prefieren que la policía local actúe más de forma preventiva que reactiva
Pero el plan ("Madrid Seguro") encontró resistencias, por la desconfianza de sectores del poder judicial y de la policía nacional a la intención de "policía integral", que implicaría su conversión en policía judicial.
Seis años después, los actuales inquilinos de la corporación -haciendo gala de ese revisionismo tan nuestro- aducen que las unidades fueron creadas "con oficiales del entorno del alcalde popular e ideológicamente afines, que nombraron a dedo a los agentes, con el agravante de que recibían un plus económico extra en contraposición con el resto de policías". Les atribuyen "querer trabajar menos y cobrar un complemento de 360 euros por pertenecer a unidades que no tienen las competencias, dado que éstas corresponden a la Policía Nacional y a la Guardia Civil".
Los madrileños -cabreados con tantos motivos- quieren que la policía local (alta conflictividad sindical; baja productividad; alto índice de absentismo laboral; muy jerarquizada; burocratizada por la vigencia de una normativa muy rígida y víctima de la obstinada carencia de recursos materiales y humanos) concentre su actuación en vigilar más el aparcamiento, los vertidos, las obras ilegales, los ruidos, los horarios, los controles de alcoholemia y drogas y se despliegue -en los 21 distritos- de forma preventiva frente al carácter tradicionalmente reactivo de los servicios policiales.
Una gran mayoría de los delitos y faltas denunciados son de competencia municipal
La gran mayoría de los delitos y faltas denunciados (tráfico, venta ambulante o ruidos entre otros) son de competencia municipal, lo que se traduce en demanda de más municipales en la calle, en línea con la policía de proximidad británica, basada en la presencia regular en los barrios para transmitir sensación de seguridad a los vecinos.
Porque otros cometidos son competencia de la policía nacional y la guardia civil, que el año pasado desarticularon, en Madrid, 269 grupos criminales; detuvieron a más de 1.800 personas y esclarecieron 4.800 delitos. A lo que hay que añadir 182.000 actuaciones de la unidad encargada de prevenir delitos y 630 presencias policiales en espectáculos (441 en deportivos y 190 en conciertos). A 900 policías por estadio, hagan números. Sobre eso habrá que volver en otra ocasión.
Cuando llegué con la maleta de cartón al Madrid de los 50, una de las cosas que más me sorprendieron -aparte de las escaleras mecánicas de El Corte Inglés- fue la presencia tan visible en la calle de la policía municipal, ocupada en el control estático del tráfico y la vigilancia de edificios ("circulen, por favor, circulen, no me formen corrillos"). Entonces, Tony Leblanc, Pepe Isbert, Ángel de Andrés y Manolo Morán eran los protagonistas de Manolo, guardia urbano, aquella película entrañable, testimonio de un tiempo en que la policía municipal se movía a pie, a la vista de los madrileños...
Eso parece que quiere ahora la alcaldesa, que ya ha ordenado patrullar Lavapiés, sin que falte la chanza: "suficiente trabajo tiene ya la municipal como para mantener, a cuerpo de rey, a unos enchufados en el pentagonillo de la Casa de Campo".
*** Luis Sánchez-Merlo fue secretario general de Moncloa durante el Gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo.