A diez días para que se confirme el fracaso de los partidos políticos y haya que convocar elecciones, Mariano Rajoy y Pablo Iglesias suman nuevos motivos para la preocupación. Ambos incurrieron en errores que pueden lastrar su particular carrera hacia las urnas.
El líder del PP cometió la torpeza de dirigirse a través de un tuit a Pedro Sánchez para invitarle a negociar. Es una fórmula frívola de afrontar una situación grave que difícilmente podemos imaginar en otro presidente de gobierno, pero sobre todo demuestra su nulo interés por evitar otros comicios. Con tino, desde las filas del PSOE se burlaron celebrando su "esfuerzo titánico" por superar la situación.
No a Rivera
Por si no estuviera bastante clara su postura obstruccionista, Rajoy descartó de plano la invitación que este jueves le lanzó Albert Rivera, en el sentido de que todos los líderes de los partidos dieran un paso atrás para apoyar la investidura de "una personalidad independiente". La respuesta de Rajoy -"que Rivera lo haga él primero"- revela que es algo que ni se plantea y que sólo ambiciona el poder. Ya sin disimulo, el dirigente popular se lanzó a hacer campaña electoral en El Toboso, cual Quijote en busca de aventuras.
Pero el primer entuerto que va a tener que deshacer es el que le ha generado Rita Barberá, después de que el juez que investiga el caso del blanqueo de dinero en el grupo municipal del PP de Valencia considere "insuficientes" sus explicaciones y haya decidido remitir el asunto al Supremo. La circunstancia de que la dirección del PP valenciano sea más contundente con Barberá -exige que abandone el Senado- que la dirección nacional, alimenta las sospechas de que lo que se hacía en Valencia el PP lo hacía también en otros lugares.
Pablo Iglesias, que al apostar fuerte para que no haya gobierno es el principal responsable junto a Rajoy de que haya que repetir las elecciones, también cometió un grave desliz este miércoles. El líder de Podemos arremetió en la Complutense contra los periodistas, tratándolos con desprecio, como meros peleles al servicio de sus empresas, lo que motivó un plante de quienes cubrían su intervención.
Patinazo de Iglesias
Fue un patinazo de envergadura similar al que cometió cuando se presentó como vicepresidente del Gobierno de Sánchez o cuando ofreció su cara más agria en el debate de investidura. Iglesias es reincidente con los periodistas: la primera que tuvo que soportar una de sus pullas fue nuestra corresponsal política y adjunta al director Ana Romero, a cuenta del abrigo que vestía.
El líder de Podemos sabe que se juega mucho al haber apostado por hacerle el juego a la derecha y evitar un gobierno alternativo a Rajoy. Toda vez que ha laminado la oposición interna que encarnaba Íñigo Errejón, sólo a él habrá que exigir cuentas por los resultados electorales. De ahí también el intento desesperado por sumar ahora a Izquierda Unida, pese a que la despreció el 20-D.
Al final, el calendario se agota y, pese a sus intentos por descargar su responsabilidad, la opinión pública señala a Rajoy y a Iglesias como principales culpables de que no haya habido un acuerdo de investidura. No hay uno más culpable que otro: tanto monta tanto, Mariano como Pablo.