El drama de la política española es la pequeñez de los dos grandes partidos. Por ser tan pequeños han sido incapaces de formar una gran coalición. Aunque, de haberla formado, quizá esa pequeñez habría impedido que la coalición fuese realmente grande... Durante el zapaterismo me dio por repetir un chiste negro, que valdría también para el rajoyismo; no expresa (¿hace falta decirlo?) un deseo, sino una amargura: entre nosotros es metafísicamente imposible un magnicidio, porque lo máximo que saldría sería un pequeñicidio.
Nos pasa lo que escribió en La emboscadura el gran Jünger (este sí): “Una de las notas características y específicas de nuestro tiempo es que en él van unidas las escenas significativas y los actores insignificantes”. Si esto valía para la Europa y el mundo de mediados del siglo XX, más vale para la España de principios del XXI.
El PP y el PSOE han sido, en último extremo, unos malísimos comerciantes. Tenían el negocio político perfecto: un bipartidismo en el que ellos eran los partidos uno y dos. Si se ha cuarteado ha sido por una estólida mezcla de irresponsabilidad, avaricia, incompetencia y mediocridad. Puede que esta sea la prueba irrefutable: han sido tan pequeños que se han arruinado a ellos mismos. (El PSOE, de momento, todo hay que decirlo, en mayor medida que el PP).
En treinta años han sido incapaces de ponerse de acuerdo en cosas grandes como una buena ley de educación, garantizar la independencia de la justicia o tomar medidas eficaces contra la corrupción. Bien al contrario: han contribuido al desastre de la educación, han utilizado la justicia todo lo que han podido y han hecho de la corrupción su gasolina, hasta que el motor se les ha gripado.
Tras estos patéticos meses de danza inane, Rajoy acude a las nuevas elecciones con el miedo a Iglesias y Garzón como único argumento, y con el aliviadero de los ataques a Rivera, que le conviene como pseudomalo para que le funcionen los malos de verdad. Sánchez, por su parte, está exclusivamente concentrado en ponerse pegatinas que se le despegan. Como tuiteó el amigo Todo: “El PSOE tuvo décadas para forjar una socialdemocracia española; prefirió un antifranquismo lerdo, y ahora va a pagarlo. Vamos a pagarlo”.
Cuando vengan, si vienen, otros peores que el PSOE y el PP, habrá que tener claras dos cosas. Primera: que serán, en efecto, peores que el PSOE y el PP; porque estos, al fin y al cabo, están nominalmente por una democracia que es más grande que ellos. Segunda: que la mayor responsabilidad habrá sido del PSOE y del PP. Por haberlo hecho tan mal. Por ser tan pequeños.