Lionel Andrés Messi Cuccittini, ejemplo de muchos pibes en las villas miserias del cinturón de Buenos Aires. Messi, cabeza de lanza del barcelonismo, ese "ejército desarmado de Cataluña" que decía Vázquez Montalbán; ese equipo que desde que Picalagartos es Picalagartos, siempre ha tenido a un brasileño fogoso que buscaba rubia en la noche condal, tras un partido -pongamos que- contra el Depor aquel de Fran y Mauro Silva.
Lionel Messi, un bulto con la Selección argentina y un ídolo en Can Barça, donde se canta aquello, en el minuto 17.14, de que "Espanya ens roba" y cosas peores. Messi, un mito viviente que habla como cansado, que gambetea al fisco y a lo que puede y más. De las hormonas de crecimiento al choriceo, el progenitor del astro argentino es un emprendedor de libro, un hombre hecho a sí mismo. Porque el Barcelona es més que un club, y Messi más que un españolito y menos que un contribuyente.
En el lago Tanganica los chamanes llevan la camisola a rayas -con el copyright de Wifredo el Pilós- y las letras de Messi en la espalda. Cuando hay una masacre en África o la Cochinchina, siempre hay un joven con la camiseta de Messi que sonríe a cámara y besa el escudo aunque hayan pasado a machete a su familia. Lo mal que caen los Fabras y lo bien que caen los Messis en la Masía, oye.
De modo que Messi y su viejo condenados a 21 meses de cárcel por fraude fiscal, de los cuales el pelotero cumplirá 0, mientras que Isabel Pantoja ha chupado tela de reja y de barrotes, y esto es un contradiós. De modo, insisto, que Messi habla poco, nada entiende de X, de casillas, de rendimiento derivado de la actividad principal...
Messi, que le ha dicho nones a la albiceleste, nos ha venido dando por lo bajini unas clases impagables de ingeniería fiscal. Sorprende la sentencia de la Audiencia de Barcelona, con ese humor negro que siempre ha destilado el papel oficial: "ignorancia deliberada". A ti, lector, te cruje Hacienda, y la cosa es que al pequeño genio de Rosario le sale a devolver, y se nos pone un traje hortera cuando va a lo del Balón de Oro.
Messi pujolea, Messi pantojea. La peineta de Piqué cuando el himno era la mismita peineta de Bárcenas. Y mi Pantoja, pobre, bien llorada en los penales por eso de la "ejemplaridad pública"...