El Gobierno extremeño que dirige Fernándaz Vara ha sacado adelante el nuevo decreto en materia educativa que incluye, entre otras medidas, la necesidad de que las asignaturas optativas de Ética y Religión se cursen forzosamente a la par.
La idea de que la religión católica y la ética necesitan completarse -o compensarse- es absurda. Los estudiantes que con 16 y 17 años deciden cursar Religión lo hacen porque les convencen los valores cristianos, mientras que quienes se decantan por Ética lo hacen seguramente porque no comulgan con la religión. La situación creada es tan absurda como la de ir a un restaurante, pedir un plato de carne, y que el establecimiento te obligue a comer también pescado. O viceversa.
La reforma ha molestado, con razón, a las diócesis extremeñas, que han presentado un recurso ante el Tribunal Superior de Justicia, ya que la medida supondrá en la práctica disminuir las horas lectivas y tener que despedir a profesores de Religión. Teniendo en cuenta que Extremadura es la única autonomía de todo el país que ha establecido la obligatoriedad de compartir materias optativas -casi una contradictio in terminis- parece que estamos ante el intento por abrir una guerra ideológica.