La gran virtualidad del órdago que Albert Rivera ha lanzado a Mariano Rajoy, para cambiar la abstención de Ciudadanos por un voto favorable a su investidura, es que su aceptación lleva implícita la muerte política del mismo candidato cuya reelección pretende impulsar, al prever la limitación de mandatos. Las seis condiciones de "regeneración democrática y contra la corrupción" presentadas por el presidente de Ciudadanos permitiría superar un bloqueo político e institucional demasiado enquistado.
El presidente de Ciudadanos exige que Rajoy ponga ya fecha y hora al Pleno de Investidura como premisa. También que, antes de sentarse a negociar su apoyo, se comprometa a apartar de sus cargos a los candidatos corruptos, eliminar los aforamientos para políticos, aprobar una nueva ley electoral que desbloquee las listas electorales, acabar con los indultos por corrupción, establecer la limitación de mandatos presidenciales a un máximo de dos legislaturas, y permitir la creación en el Congreso una comisión de investigación del 'caso Bárcenas'.
Se echa en falta una medida clave de regeneración como es la modificación del sistema de elección del poder judicial para garantizar su independencia respecto del poder político, pero el abanico de propuestas resulta, en términos globales, congruente con el compromiso de regeneración que Ciudadanos adquirió ante sus electores.
'Muerte en diferido'
Rajoy se ve ahora en la encrucijada de aceptar a regañadientes la misma agenda reformista que ha rehuido desde que se convirtió en presidente, so pena de aparecer ante la opinión pública como el único culpable de la parálisis que padece España desde hace ya ocho meses. Por otro lado, la aceptación de esta carta de reformas redoblaría la presión sobre el PSOE para que, si Ciudadanos se abstiene, permita la formación de un Gobierno cuya hoja de ruta implicaría la deconstrucción del PP y la muerte en diferido del actual presidente.
Lo que está claro es que Albert Rivera no puede arriesgarse a convertirse en la 'muleta involuntaria' de un PP forjado en el inmovilismo, por lo que habrá acertado en la medida en que la letra pequeña de su eventual acuerdo sea concreta e ineludible.
Financiación del PP
Para Rajoy no puede ser un problema apartar a los imputados, llegar a acuerdos para acabar con los aforamientos de políticos, acabar con los indultos a corruptos o incluso aceptar someterse a una comisión de investigación sobre la financiación irregular de su partido que, a fin de cuentas, impulsarán sí o sí el resto de grupos.
La reforma de la ley electoral y que el presidente acepte que, de ser investido, éste sería su último mandato constituirían la piedra de toque en una eventual negociación. La modificación de la normativa electoral es una de las claves para garantizar la regeneración política y la democratización de los partidos y recuperar la confianza de los electores en sus dirigentes, por lo que se trata de un reto ineludible. Lo que no está tan claro es que el presidente esté dispuesto a aceptar todas estas condiciones para dar curso a una legislatura cuya andadura, paradójicamente, pondría en marcha la cuenta atrás de su propio final.