Resulta, si nos fijamos bien, un consuelo. Constatar que Willy Toledo, el actor, hace de vientre con la misma soltura que un macho de mirlo común cantando en las ramas de un platanero. Así da gusto. Evacúa Willy Toledo, desde su pestífero frutal, un total de siete veces –ni una menos– sobre la medalla del cubano españolizado Orlando Ortega y se lía parda en las redes sociales. Adquiere todo esto la ovalada apariencia de un maloliente huevo Kinder con sorpresa. Olímpica. Y de plata. De plata, sí. De la que cagó la gata de Willy Toledo.
De la evacuación en los medalleros patrios, en posición de aplicado caganer, como novísima disciplina para futuras competiciones de altura. Demuestra así Willy Toledo ser, en vez del mediocre actor que es, un sportman sublime. El coach laureado de una gimnástica gilipollez. Aquel sufrido atleta que revolucionará, con sus intrépidas deposiciones múltiples, los JJOO de un futuro pluscuamperfecto, bifidusactivado y pachanguero.
Cien Metros Diarreicos, Enemas Sincronizados, Deposición en Aguas Abiertas, Cagalera de Montaña… No será porque escasearán los deportes insólitos relacionados con el glorioso acto de hacer de vientre. Aunque, pensándolo mejor, quizá nos haya enmarronado a todos, este Willy Toledo desconsiderado y excrementicio, con su pestilente actitud. Siete veces –ni una más– se ha ciscado Willy Toledo en medalla ajena sin prever las consecuencias: ha salpicado a España entera con su deyección ideológica, este actor del método boñiga, al poner el dedo en una llaga que es ya herida incurable.
Cuenta con todo el derecho del mundo Willy Toledo para airear, en cuclillas, su contundente opinión. Sobre todo en estos tiempos de mierda que corren en los que la corrección política rampante nos resetea en modo estúpidos amedrentados siempre a la espera del próximo cambio de pañal. Decide convertir Willy Toledo la Libertad de Expresión en Libertad de Apretón y cuenta con mi apoyo. Por mucho que el Divinísimo Gran Hermano Zuckerberg haya decidido, espoleado por los mismos ‘trolls’ de siempre, castigar –sin postre y de cara a su muro– al bizantino actor. Aunque ahora vengan con el cuento de que cerraron su cuenta “por error”. Claro.
¿Y Orlando Ortega?, ¿qué pensará él de esto? ¿Será el primero en ponerse a la cola del “linchamiento-mediático-popular-masivo”? ¿Le veremos lapidar –con barba postiza, a la montypythoniana manera , y medallita al cuello– al simpar Willy Toledo? Confío en que nunca lo haga. Por toda la libertad de expresión que no disfrutó en su país de nacimiento.