Diez de los 13 ministros son, al igual que Mariano Rajoy, diputados del PP. Tan sólo Luis de Guindos (Economía), Alfonso Dastis (Exteriores) e Íñigo de la Serna (Fomento) no están comprometidos por las obligaciones y necesidades parlamentarias de los populares. No se trata de un condicionante menor en una legislatura en la que el PP, que gobierna en minoría con 137 escaños, no puede permitir ausentarse del Congreso a ninguno de sus parlamentarios si no quiere arriesgarse a perder las votaciones. De hecho, el Gobierno ha ordenado a los ministros con acta que prioricen la agenda parlamentaria a la del trabajo en los ministerios.
La acción del Ejecutivo parece así supeditada a las votaciones en las Cortes, de lo que sólo se puede concluir que la mayoría de los ministros lo son sólo a tiempo parcial. Es inaudito que para sacar adelante un mandato tan complicado y vulnerable como el que afronta, Rajoy no haya sido capaz de mirar más allá de su entorno inmediato. La prueba es que dos de las cuatro nuevas caras del Consejo de Ministros -Dolors Montserrat y Álvaro Nadal- ya estaban dentro del grupo parlamentario. O Rajoy no tiene banquillo o ha confeccionado su gabinete en clave interna.