Hace un mes, la Marina de Marruecos interfirió en una gran operación antidroga en la que debía coordinarse con las Fuerzas de Seguridad españolas y la Europol. Rabat, aprovechando que se actuaba en aguas próximas al Sahara, decidió ir por libre en el último momento y acabó presentando la intervención en solitario como un logro "sin ayuda exterior".
El recién nombrado ministro del Interior ha presumido ahora en Rabat de esa operación que Marruecos presentó como propia hace cuatro semanas y sin hacer público que se trataba de la misma actuación. Pero además, pese a que entonces se impidió actuar a la Armada española, Juan Ignacio Zoido ha afirmado que todo es fruto de una colaboración ejemplar, "consecuencia de un trabajo minucioso que demuestra la capacidad y la alta cualificación de los servicios de seguridad y policiales del Reino de Marruecos y del Reino de España".
Zoido se ha prestado a un paripé que sólo cabe entender por el intento de no enturbiar las buenas relaciones que España mantiene con Marruecos. Pero una cosa es preservar el vínculo con un aliado estratégico y otra muy distinta pasar por alto y con gran torpeza unos hechos que enseguida han quedado a la vista. Más aún por cuanto durante la operación se acabó esfumando más de una tonelada de cocaína. No es éste, desde luego, un buen estreno para el ministro del Interior.