Lo peor de las fotos es que no huelen. Lo peor del marianismo tardío es que huele a colonia Álvarez Gómez, al pestazo dulzón de la laca militante y a la halitosis de un ministrable que fue al sarao por ver si pillaba cacho en el casadismo con barba. La foto de hoy es Rajoy en su día grande, sin partida de mus ni bar con televisión y con señal en las Cortes. Es Rajoy hecho memorialista por competir en ventas conmigo, que también he contado lo que viví en el marianismo y no vendo tanto. En su bolo había silicona, pieles de zorro muerto, collares y algo de misa fachurrona a la que tan refractario fue siempre Mariano.
A un lado Herrera Carlos, el mejor comunicador, ahí, como para darle ritmo al acto en el que el gallego hizo de sí mismo. De otro, el propio Mariano Rajoy con el visaje raro, papeles leídos y cuatro morcillas galaicas que son marca de la casa. Rajoy suda y Herrera lleva el pecho abierto hacia ese público que dedicó una tarde-noche de diciembre a reescuchar las batallitas de un hombre al que nunca le cierran los bares, ni los casinos provincianos. La cita tuvo mucho de Herrera, tanto que Rajoy se nos volvió un fósforo, pero un fósforo húmedo de saliva y calabobos y a partir de esos apotegmas galaicos, entre Gómez de la Serna y James Rhodes sin traductor, con los que MR hizo feliz a mucha España.
Olía a laca, ya lo he dicho, y había tortas en la Fundación Rafael del Pino por salir en la foto del funeral laico de Rajoy. Lo de menos era el libro, que en un ejercicio de indolencia, de flojera y de pachorra, por no tener, no tiene ni índice onomástico. Qué más da, Rajoy es un memorialista y ese cráneo privilegiado tenía que tener sus recuerdos y sus olvidos encuadernados, que ya sabemos que a escribir se aprende publicando.
Publicó Azaña sus andanzas con los militares y con Rivas Cheriff, y Rajoy hace lo propio con Merkel y con Feijóo. Luego hay también estampas en cuatricomía en la que el Mariano más íntimo y más gallego y más institucional son uno y trino. El nombre del volumen Una España mejor ya nos dice la estrategia de Rajoy, que pasa por vendernos que después de que el Parlamento le cortara la coleta, España se ha ido al caos. Al caos en funciones.
Mariano, aquí en la foto, nos da la estampa de un tiempo y de un país, que fue España y fue hace poco. MR es la España vacía pero también la España amodorrada que cambia de Soraya a Carmen Calvo por esa inveterada falta de criterio del amado pueblo votante. En el fondo, Mariano Rajoy inventó el populismo por el cual el demos siempre huye de los genios y se pliega a los grises. En el fondo, MR es la socialdemocracia más perfecta que se pudo hacer sin soliviantar al IBEX.
Dicen quienes estuvieron que el entierro laico de MR fue un pestiño considerable. Pero ya decía D'Ors, el gran Xénius, que "en Madrid, a las ocho de la tarde, o das una conferencia o te la dan". Estaba Herrera y quizá las señoras de Serrano aflojaron, sólo por Carlitos, la cartera el día en que la perogrullada se nos hizo gran literatura mariana. También hubo quien fue por Andrea Levy y se volvió con una cobra indie en el alma.