La no negación de Pedro, la resurrección de la carne, el gallo que canta, el Redondo que ve oportunidades y lemas allá donde yo sólo veo crematorios, morgues y rechinar de dientes. Porque fue bíblica, sí, fue bíblica esa cobra de Adriana Lastra a José Luis Ábalos en el Congreso. Fue como un símbolo de algo que tampoco nos interesa mucho porque, para las historias de Corín Tellado, siempre estará Galapagar con sus enredos y su magnolio al borde de la piscina.
Lo malo de la prosa es que no es compatible con el vídeo, o así me lo parece: con el vídeo de la cobra, claro. Pero la fotografía que traemos hoy es la de Adriana Lastra vestida de limpio, sin esas chaquetas de cuero en julio que acostumbraba. Con esa fe de los bachilleres en cambiar el mundo por las sobradas, Adriana Lastra fue el Jueves Santo al Congreso con algo de mantilla asturiana sin rosario, con la prepotencia del lugar común arrojada a Pablo Casado, que cada día anda más consumido porque nadie le preparó, cuando lo del Jai Alai, para este infierno sostenido y vírico.
A Adriana Lastra, dolorosa del sanchismo, cañería luciferina en Cortes, muñidora de papeleo interno aquí abajo, en Ferraz, habría que hacerle una estampa cada domingo. Después de un cierto tiempo de silencio en que el PSOE ha dejado hablar a sus técnicos, ahora toca la mamandurria de la ideología sostenida por esos documentos internos en los que piden agitprop en la prosa que todos sabemos.
El Jueves Santo no desfiló la Legión, no salió Mena, sino Adriana Lastra con mucho aplauso de muslos a Rufián cuando dijo que para los pactitos de la Moncloa no se puede contar con la derecha. Lastra es así, cuenca exaltada, ojeras de desvivirse por lo orgánico. En las mejores familias siempre hay un crimen y una Lastra, que es algo que no dijo Tolstoi pero pudo decirlo.
Adriana Lastra no se saca la Adriana dinamitera así por así, y menos en Semana Santa. Hay futuro en las pupilas hambrientas de sus ojos maduros, que cantó Sabina. Hoy la resucitamos porque es Domingo de tal. Después de la desescalada estará Adriana en su tarea de horadar la piedra.