¿Les he comentado alguna vez que yo soy de Girona? Girona con i. No es como lo de Letizia con zeta… Quiero decir, eso no es así porque lo diga yo, o que yo lo diga porque lleve la barretina calada hasta los riñones. Sucede que Girona es el nombre legal, español, de esa ciudad en toda España. Da igual que algunos antiguos la llamasen o incluso la llamen Gerona. También hay quien dice Calahorra por Washington. Prueben a poner TVE. Vean cómo rotulan la localización de la noticia cuando ésta acaece en Girona…
Viene todo esto a cuento del hecho de que ser yo nacida en Girona me convierte en paisana del actual presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, quien este lunes se vino a Madrid. Comió con Pablo Iglesias y desayunó con bastante gente (gentileza de los Desayunos de Europa Press) entre las que no se contaban ni el Rey Felipe ni Mariano Rajoy, como comentó alguien con baba tan mala como acertada.
Pero eso no significa que Puigdemont vaya y vuelva de Madrid de vacío. El huevo lo puso. El mensaje para Rajoy lo soltó. Y lo que le vino a decir era: tío, eres tan torpe que no vales ni para salir investido a la primera teniendo enfrente una calamidad como Pedro Sánchez... No tienes ni idea de gobernar TU país. ¿Y así piensas impedir que yo corte de la tarta nacional los pedazos que me dé la gana y me los lleve a mi casa para merendar?
“Yo me enfrenté a una crisis de gobierno muy grave por el bloqueo de los presupuestos, me sometí a una moción de confianza y la gané”, soltó como quien SÍ quiere la cosa. Y atención a esta otra perla: “Cuando haya un presidente español que no esté en funciones primero le felicitaré, cosa que no me sucedió a mí, y luego le llamaré para vernos”.
Desde la total discrepancia en muchas cosas, harto conocidas por los votantes de Puigdemont y por mis lectores, no pude evitar soltar una carcajada. Cony, té raó, pensé, acordándome de mi intrépida abuela materna, la Maria del Buxaus. El Buxaus es una masía bicentenaria cerca de Arbúcies, cuna, por cierto de las CUP. Mi abuela nació y murió analfabeta y sin hablar una maldita palabra de castellano. Pero con una retranca gironina que no se la saltaba un gallego.
Pues eso, que no deja de tener gracia que tenga que venir a Madrid un catalán que es notoria y manifiestamente separatista a dar lecciones de gobernabilidad de España. Pero al césar lo que es del césar, y a Girona lo que es de ley: qué buen país sería este (hasta para aquellos que quieren irse…) si tuviese un buen señor. O simplemente si tuviese a alguien. Algo.