Va a tener razón Albert Rivera en cuanto a que nos adentramos en "una etapa donde todo puede pasar". Baste decir que al tiempo que el líder de Ciudadanos pronunciaba estas palabras en las exitosas jornadas "Modernización y reformas, la agenda de cambios que necesita España" organizadas por EL ESPAÑOL, unas calles más arriba se llevaban a la alcaldesa de Madrid en ambulancia por un vahído, y unas calles más abajo los estudiantes se arremolinaban bajo una conmovedora pancarta: "¡Fuera las reválidas franquistas!".
A Manola Carmena, la cara más amable de la izquierda subversiva, le viene dando avisos la salud, una metáfora de la que se avecina: el cambio definitivo de la sonrisa y el talante por la bulla institucional y el tumulto en las plazas. Porque vamos a inaugurar una legislatura en la que Pablo Iglesias intentará patrimonializar el nuevo obrerismo sin obreros y explotar el escaño y el petardo, mientras el PSOE continúa meditando en el diván si está más cerca de Willy Brandt y Miterrand que de Marx y Nicolás Maduro, si de la Constitución o del derecho a decidir.
Signo de los nuevos tiempos que vislumbra Rivera, síntoma de que, en efecto, todo es posible, es que por primera vez en un debate de investidura los flashes se centraron más en un diputado de la oposición sin galones y sin corbata que en el aspirante a presidente. Y todo porque Pedro Sánchez, lejos de arrojar la toalla, amaga con un órdago al dar pábulo a la idea de que está a punto de pasarse el artículo 17 de los Estatutos del PSOE -ese que obliga a votar en el sentido indicado por los órganos de dirección del partido- por el arco de triunfo. Lo último que cabría esperar de un secretario general.
Qué decir del nuevo Rajoy, emergiendo en el hemiciclo cual Venus virginal surgida de la espuma del mar. Tuvo hasta la lucidez de ahorrarnos su habitual "prolijo catálogo de medidas" (el entrecomillado es suyo). Por momentos discurseó como estadista.
Y al fondo, el jamacuco de Carmena y las protestas de los chavalines contra las "reválidas franquistas" (¿lo serán también las becas por su genealogía?). Ay la premonición de lo que Rivera intuye como un tiempo nuevo.