El diamante es el material natural más duro conocido hasta el momento. La tabla de dureza de Mohs la inicia el talco -fácilmente se raya con la uña- y tras pasar por el yeso, la calcita, fluorita, apatito, ortosa, cuarzo, topacio y corindón, llegamos al diamante. En ese listado no aparece la fuerza indestructible de tu ex. La presencia constante y su imposible olvido deberían tener un lugar dominante en la tabla de materiales rebeldes ante la destrucción. ¿Cuánto dura el olvido?
Lo hablaba con unos amigos que andan intentando quitarse de encima esa piel seca que afea tanto a la felicidad. El exfoliante de una buena charla alrededor de unas copas sirve para relajar músculo, reírse y llegar a la conclusión de que el olor que deja el desamor en la casa es tan incómodo como la col hervida.
Andas intentando recuperarte del abandono y el bicho no acaba por morir. La naturaleza es pródiga en animales extraños. La evolución ha proporcionado, a algunos insectos, gusanos y ex, de mecanismos de supervivencia para vivir más allá del olvido. Se quedan dentro, viviendo de ti, alimentándose de tu memoria y engordando como si hubieran sido bichos perfectos.
La charla con los amigos sirve, sí. Mucho. El refranero, no.
Es mentira que una mancha de mora con otra mora se quite. Falso. Y también es incierto que el tiempo lo cure todo. Lo único que acaba con el virus es el antibiótico del verbo aceptar. Todo lo demás puede acelerarlo en la superficie, pero en el interior anda la cosa comiéndote las entrañas como una tenia saginata. No recuerdas su tacto, no recuerdas su cara (si no buscas las fotos, claro), no recuerdas su tono de voz cuando decía tu nombre, no recuerdas el sabor de la piel… Se esfuma todo. Pero sin embargo se hace presente en forma de ente abstracto que circula por casa sin pagar alquiler: en el aroma, en la canción y en el hueco del sofá.
Ese ente llamado “ex” desaparece de tu mundo visible pero se acomoda a tu lado como los espectros de Stranger Things. El recuerdo es, a veces, más rotundo que su presencia. O dicho de otra manera, ocupa más en su ausencia que cuando estaba a tu lado. ¿Por qué? Ese ser incorpóreo, oculto y gaseoso se hace creador de todo lo visible y lo invisible. Impalpable en la cama, pero tangible en los pensamientos. Y ahí habita, sensible a todo, su éxito.
He cerrado el último episodio de Stranger Things y me ha dado la paranoia de pensar que todas mis parejas andan en ese inframundo próximo que es el olvido. Lo mismo me he pasado, pero a los ocho años ya era adicto a la ficción. Qué le vamos a hacer.
Ahora entiendo la tabla de dureza de Mohs. Cuando decían que un diamante es para siempre no se referían a la dureza inalterable de la joya, sino a tu ex.