Artur Mas ejerce con orgullo de embajador del independentismo, de apóstol de la causa soberanista, de liberado de lujo para desmontar "el Estado". En menos de veinticuatro horas ha participado en dos actos públicos en Madrid para predicar su Verdad: primero en el Ateneo y después en un desayuno con periodistas organizado por la revista Vanity Fair.
El ex president trae un discurso impermeable, hermético, entrenado a prueba de bombas dialécticas, donde cada pieza encaja en la siguiente, como en uno de esos cacharros de Lego: quien se salta el manual de instrucciones sólo puede crear monstruos.
Mas es la prueba de la adaptación del separatismo a la realidad cambiante. Del antipático "España nos roba" hemos pasado al "que quede claro, esto es contra el Estado, no contra España".
LA AMPUTACIÓN Y LOS SANTEROS
¿Es posible una independencia amable? Oyendo a Mas uno estaría tentado a creerlo. Todo son ventajas. Por más que amputar un miembro resulte traumático, el ex president presenta esa cirugía como algo natural, igual que aquellos curanderos que decían operar sin anestesia y sin bisturí, clavando sus dedos en el cuerpo y sacando vísceras por aquí y por allá ante la sonrisa de sus pacientes. Aunque estos santeros hicieron su agosto en los 70, sus prácticas fueron prohibidas. Por fraudulentas.
La sala está llena. Artur Mas aparece incluso antes de la hora acordada arrastrando tras de sí un poblado séquito. Hay periodistas de casi todos los medios y no echo en falta a ninguno de los catalanes. A mi izquierda se sienta la compañera del Ara. A la derecha tengo a la de El Nacional.cat.
Cuando llega mi turno, hace unos minutos que Mas ha declarado la independencia: "Cataluña, en este momento, legalmente está en el marco español, pero políticamente ya no lo está. La realidad legal de Cataluña es española; la política ya no. ¿Suena duro? Es la realidad".
CUATRO PREGUNTAS, CUATRO
Me identifico y lanzo mis cuatro preguntas.
Primera: ¿Todo se puede votar? Porque podría darse el caso de que algún gobierno, en algún momento, pudiera someter a las urnas una limitación de derechos, por ejemplo de los inmigrantes, por más que pueda parecernos un disparate. Por eso le planteo, ¿se puede someter todo a votación?
"No. Depende". Pero al momento justifica el referéndum: "Donde hay mayorías sociales que expresan democráticamente el voto, rotundamente sí". Luego enumera de carrerilla media docena de puntos para corroborar su tesis, entre los que incluye el repertorio de "enormes manifestaciones en la calle", la victoria del bloque separatista tras sendas elecciones anticipadas "sin estar obligados a convocarlas" o la "parcialidad" del Tribunal Constitucional a la hora de pronunciarse sobre el desafío separatista.
Segunda: ¿Es consciente de que circunscribir el ámbito de votación a Cataluña coarta los derechos del resto de españoles que quieren legítimamente decidir sobre el futuro de su país? Dicho de otra forma, ¿admitiría un referéndum en el que votaran todos los españoles?
"De entrada, tienen que votar los catalanes", señala. Pero enseguida matiza: "En el referéndum de Quebec no votaron todos los canadienses. Y cuando se hace un referéndum por la independencia de Escocia no se pide que voten también los galeses y los ingleses. El referéndum es solo en Cataluña porque se entiende que lo que se vota está dentro del marco de su autogobierno".
Para el ex president de la Generalitat, al conjunto de los españoles sólo debe pedírsele opinión para gestionar el post referéndum: "Las consecuencias de implementar ese voto hay que negociarlas, porque eso ya afecta a todos; por ejemplo, en lo tocante a la deuda pública".
Tercera: ¿Da por bien empleado el coste que este proceso ha tenido para Convergència, después de haberle llevado a perder la hegemonía en Cataluña y pasar a ser irrelevante en el Parlamento español?
"Ya veremos cómo terminará eso", apunta, porque "si se crea el Estado catalán, todo se va a recomponer; ideológicamente, todo el mundo se tendrá que resituar".
La teoría de Mas es que el "eje nacional" es el que determina ahora el sentido del voto, pero una vez lograda la independencia volverá a regir el "eje ideológico". Y entonces pueden llevarse alguna sorpresa "algunos que tienen peso en el Parlamento catalán en este momento".
Cuarta: Usted que fue delfín de Jordi Pujol, que es economista y ha sido conseller de Hacienda, ¿tiene alguna explicación razonable que justifique el gran incremento de patrimonio de la familia Pujol en un espacio de tiempo tan corto?
"No le puedo responder. Es un asunto privado de una familia y tendría que ser la familia Pujol la que respondiera. Usted dice que en mi condición de conseller... pero ha habido otros consellers y también ministros de Hacienda de diferentes partidos que tampoco han opinado de eso".
Mas no tuerce el gesto. "Una cosa es mi proximidad política con el president Pujol, que nunca he escondido, y que he presumido de tenerla, porque para mí fue una referencia personal, y otra cosa si su familia ha actuado más correctamente o menos. No soy quién para juzgarlo".
Madrid ha estrenado la primavera y Cataluña "independencia política". Y aún no nos hemos enterado.