Tuve un suegro que me hacía reír a carcajadas cantando (da igual las veces que la hubiera oído, siempre volvía a partirme de la risa…) esta para mí muy graciosa copla popular:
Ellos eran cuatro
Y nosotros ocho
Menuda paliza
Ellos a Nosotros
Yo, como el más fuerte,
Me tiré al más flojo
Si no me sujetan
Me saca los ojos
No sé por qué me ha venido tal coplilla a la mente esperando ¿resultados? de la famosa cumbre convocada por el ¿president? Carles Puigdemont y cuatro amigos y medio (el medio es el de Podemos que se ha acercado a tomar las medidas del Palau de la Generalitat para el día en que intenten okuparlo…) para constatar que, efectivamente, ahora mismo no hay manera legal, humana ni razonable de convocar el dichoso referéndum. No es no. Lo dice hasta Pedro Sánchez.
La fecha, la hora y el no sé qué más del desafío antes de quince días, dijeron al desreunirse hora y veinte minutos después de reunirse… No sé ustedes; pero yo, puestos a dar gatillazo, los he visto más rápidos. Se cubrirían de gloria igual, pero no se lo tenían que pensar tanto. ¿A qué esperan? ¿A contarse? ¿A contarnos? ¿A ver si la Moreneta se aparece a tres pastorcillos para desviar la atención y ganar un poco más de tiempo?
Dije ayer en Al Rojo Vivo, en La Sexta, que esto del referéndum o bien es un farol (como creo yo), o es un bluff (como cree Rajoy) o va a ser la leche. Podría serlo (la leche) en el sentido de que cuando cuatro y medio no consiguen ponerse de acuerdo para ir contra la voluntad mayoritaria más elemental con un mínimo de éxito, el sol sólo puede salir por Antequera. Y las cosas, por las malas.
Yo sigo pensando que no están buscando fecha para liarla de verdad (ya van viendo lo que pasa…), sino excusas para no tener que. Como aquel personaje de Gabriel García Márquez que salía de su casa dando grandes gritos de que iba a matar a Santiago Nasar (Crónica de una muerte anunciada…) para ver si alguien del pueblo captaba la indirecta y le paraba. Tampoco es que hiciera falta un Fuenteovejuna. Habría bastado con… Es igual, porque la novela de Gabo acaba fatal, como en efecto estaba anunciado y mandado. Aquí como confunden el realismo mágico con el surrealismo sucio, el peligro es que se corten ellos mismos con su mismo cuchillo. Político pero carnívoro…