Si a cualquier chaval de entonces nos hubieran dicho que, cuarenta años después, el discurso del rey para conmemorar las primeras elecciones tras la dictadura coincidiría con el pregón en Chueca del Día Mundial del Orgullo, nos habríamos echado a reír. Para empezar, en 1977 no había gays en mi colegio, sólo "afeminados" y algún "maricón" que fueron martirizados por una marabunta que no había sido educada en la tolerancia. Ojo, algo no muy diferente, por desgracia, a lo que ocurría en otros países de nuestro entorno.
Por no haber, cuando se celebraron aquellas elecciones, no había ni libertad de prensa: existía la censura y las emisoras estaban obligadas a conectar dos veces al día con Radio Nacional de España para dar el parte. Algo así se sacó de la manga Nicolás Maduro para las televisiones venezolanas: el Noticiero de la verdad.
Desde luego, no existía la Generalitat ni Cristo que la fundó.
Recuerdo estas cosas porque hay discursos contra la Transición y contra la democracia española que podrían llevar a pensar que una fue poco menos que la componenda para perpetuar el franquismo y que la otra es poco más que una tiranía con urnas. No serían tan cicateras la Constitución y nuestra democracia cuando le han bastado cuatro décadas a los sucesores de Tarradellas para plantear un pulso al Estado por la independencia.
Me parece respetable pero muy presuntuoso por parte de Podemos homenajear en el Congreso a las víctimas del franquismo unos minutos antes de la ceremonia real, porque es dar por sentado que el acto presidido por Felipe VI no era en sí mismo un homenaje a todas ellas. Y la prueba de que puede que sí lo fuera es que estaban presentes los familiares de Santiago Carrillo o de Pasionaria.
A Pablo Iglesias se le vio aplaudir las partes del discurso del rey en que se mencionaba a políticos de izquierda y guardar silencio el resto del tiempo, incluso al final. No cree en la reconciliación. Pero si yo fuera él me preocuparía al comprobar que quienes se ausentaron del acto en señal de desprecio (Esquerra Republicana y Bildu) son los mismos que hace cuatro días apoyaron su moción de censura.
Cuando en los 70 se hablaba de los "cuarenta años", era para referirse a los treinta y seis que Franco estuvo en el poder. Se redondeaba hacia arriba para transmitir mejor la fatiga de soportar aquella losa. Qué pena que algunos puedan caer en la tentación de redondear pronto -¿a los cuarenta y cinco? ¿a los cincuenta?- los mejores años de España. Como si fueran una desgracia. Pero son cuarenta clavaos.