Si una mañana os despertáis sobresaltados, y al incorporaros en vuestra cama caéis en la cuenta de que la persona que duerme a vuestro lado os produce un asco incontrolable, una sensación de náusea que puede llegar hasta la arcada y el vómito, es que sufrís el Síndrome de Repulsión Súbita por vuestra pareja. Mal rollo.
Según los psicólogos, esta es una afección mucho más común de lo que se puede imaginar y se da sobre todo en personas que están juntas pero no se han llegado a conocer demasiado. Pero también en aquellas muy exigentes, severas o inflexibles, o que padecen un grado elevado de inmadurez, o bien que tienen miedo al compromiso. Es decir, que nadie está del todo a salvo de acabar padeciendo un síndrome tal.
Esto mismo le ha debido ocurrir al famoso cantante mexicano Christian Castro, quien acaba de añadir su nombre a la extensa lista de matrimonios fugaces del mundo del espectáculo. El bueno de Christian interrumpió no hace mucho uno de sus conciertos para pedir en matrimonio a Carolina Urban, violinista por la que andaba encandilado. Legiones de admiradores y, sobre todo, de admiradoras allí congregadas celebraron el anuncio con vítores y aplausos, frutos jugosos del entusiasmo que les produjo ver a su ídolo compartiendo un momento tan íntimo y especial con todas ellas. Corrieron ríos de almíbar y serpientes de espumillón por las redes, e incluso hubo fans que decidieron comprarse un violín para emular a la afortunada novia.
El enlace se celebró en Yucatán entre quesadillas, frijoles y mariachis. Esto me lo imagino yo. Lástima que apenas veintiocho días después la pareja decidiera romper cuando pululaban por Suiza en plena luna de leche y miel. ¿No les gustó el cucú de los relojes? ¿O se empacharon de tanto pasto verde y tanta vaca de Milka de Suchard? ¿Quizá no eran de su agrado los cielos nublados y las casas tirolesas con sus rojos geranios? Si ninguna de estas razones sirve para explicar la precoz ruptura, tal vez tengamos que admitir que fueran víctimas del Síndrome de Repulsión Repentina.
"Que nada dura para siempre es una frase muy común, que suena muy diferente desde que te fuiste tú": así reza el estribillo de Vuélveme a querer, una de las canciones más populares del chamaco rompecorazones, que ahora sus seguidoras escuchan consternadas, como si hubiera sido el presagio del colapso sentimental que acabó sufriendo su cantante favorito.
Pero lo que les ha pasado a nuestros Chris y Carol es en realidad otro signo más de los tiempos que corren, que vuelan. En los últimos años se ha producido un repunte significativo en el número de enlaces y en el de separaciones. Y de hecho han brotado como setas empresas, sobre todo virtuales, que organizan bodas y divorcios exprés, para rentabilizar así tanta atracción y repulsión súbita, algo más propio de imanes que de humanos. Sólo les falta operar también como funerarias y completar el fatal trayecto entre enlace y desenlace.
En este mundo online en el que todo es tan fácil, tan rápido, tan indoloro, tan de quita y pon, no es de extrañar que uno acabe azacanado y avergonzado de sus propias prisas y mutaciones, de tanta urgencia infantil y juvenil, cual inquieto perro de lanas al que le han dejado de repente sin pelo.