Estaba escuchando las noticias esta mañana cuando he caído en la cuenta de que hoy es 18 de enero y Pedro Sánchez sigue de presi. Hostias, pero si esto era cosa de un par de días, ¿no? Y me he acordado de mi amiga Cristina, que en una noche loca de hace veinte años se enrolló con uno que no le entusiasmó demasiado, y ahí están, con tres churumbeles y sin saber muy bien por qué ni cómo han llegado hasta aquí.
Como Sánchez, aquel rollo de una noche no le caía bien a nadie, no le invitábamos a las fiestas, pero él se las apañaba para colarse en todas. Como Sánchez, el rollo de una noche pilló a mi amiga desprevenida, con las defensas bajas tras un mal de amores bastante devastador. El clavo ardiendo, la mancha de mora.
Ella pensaba que no se merecía a nadie muy inteligente, muy guapo o muy buen amante. Y se conformó con esto mismo que tengo aquí. En lugar de aspirar al primero de la clase, optó por apalancarse al lado del que copiaba en los exámenes y aprobaba haciéndole la pelota al profe más repelente.
Puede pasar que, de primeras, esos affaires no te deslumbren, y con el tiempo descubras que es un diamante en bruto, que esconde cualidades que te dejan completamente loca. No me lo esperaba y me he enamorado. No es el caso. Ni el de mi amiga, ni el de Sánchez.
En este paralelismo, la competencia al novio Sánchez sería, por ejemplo, Vox. Y claro, se lo pone a huevo: el rollo de una noche se declara feminista pero en plan salvaje y lo tiene todo hecho. No hay que devanarse mucho los sesos cuando tu rival se dedica a arrearle de hostias a las políticas de género.
Lo del Arriba las mujeres que sois lo más de lo más, ese discurso fácil de novio baratillo que cree que nos la va a colar, hace conjunto con las lamidas al cogote de los indepes. Yo me monto aquí unos presus estupendos para las Cataluñas, que mi novia es de letras y no se va a enterar de nada. No le mueve el amor por su novia, sino el amor al trono. Yo de aquí no me muevo, vas a ver. Es como en esas pelis en las que el hermano malo reina en lugar del bueno. Solo que este no es malo. Ni listo.
Pedro es el típico novio que te promete el oro y el moro, el que tiene la mayor partida de gastos de la última década. Vas a flipar, Cari: cenas, viajes, joyas toas pa ti. Y como te descuides, te invita a las Maldivas pero acabas pagando tú. Ah, que no habías caído en que gastar es estupendo, pero primero hay que ingresar. Que la teoría está muy bien, pero el ritmo se demuestra andando y este es de los que se dejan la cartera en casa día sí, día también.
Queremos, Pedro, que reformules, que te devanes los sesos y dejes de deshilachar el panorama nacional. Probablemente le estamos pidiendo peras al olmo. Si no eres nuestro novio soñado, apártate. Déjanos tropezar con una piedra nueva, equivocarnos con alguien desconocido. Por favor, ríndete.
Pedrito va a lo fácil porque también él cree que no nos merecemos nada mejor, pero algunas no queremos un novio fácil, queremos al listo de la clase. No al pelota. No al copión. Queremos un novio que, como decía Milena Busquets en También esto pasará, nos dé ganas de ser más listas de lo que somos, no más tontas.