Cuando la Humanidad -no el Hombre- llegó a la Luna, ya estaba allí Carmen Calvo, quizá junto a Sinatra, su cinturón de Hèrmes y el Tour de Valverde. Porque el feminismo y la Historia -mayúscula- ya sabemos que son una conquista de Calvo. Antes, sí, el sufragismo y tal eran el caldo de cultivo, los tentaderos de la sociedad para que Calvo Poyato culminara su movimiento, su sección femenina con gente de Cabra: que en el municipio cordobés todas son bonitas, desde Carmen la del vicepresidensio a la Virgen de la Sierra, patrona de egabrensas y egabrenses, ilustres y cordobitas.
Cierto es que Leticia Dolera es, frente a la catedrática, un teletubbie del feminismo: una cosa tan blanda y tan hueca, que se diría toda de algodón. Calvo se ha currado el feminismo, sí, como la Monja Alférez lo suyo y como don Santiago Bernabéu el Real Madrid: si hubo algo previo, no importa. Acaso porque Calvo, con eso del BOE -que machaca según propia confesión-, lo que ha hecho es firmar el decreto de unificación de su feminismo: el suyo y el de las suyas, a las que no cita a sabiendas; no sea que salte la Almeida, medio mosca por eso de que le roben parte de la gloria del aborto free.
Pedro Sánchez, entretanto, deja a Calvo que se arrogue todo el feminismo que quiera, que sabe que, frente al hembrismo de CCP, él queda como un moderado. Que cada miembro del gabinete se lama su pijo, piensa Moncloa: Marlaska el arcoíris y Calvo, el morado de las banderas.
Yo sentí cierto sonrojo cuando en el twitter iba viendo sus desbarres del pasado fin de semana, donde falsificaba la izquierda para quedar ella como la reina madre del feminismo seseante. Después me fui a ver Toy Story 4 y se me pasó el sonrojo y me acordé de Toy Story 1, de mi infancia, y de que ya entonces Calvo estaba ahí: como el dinosaurio de Monterroso o de la propia Pixar. En un concierto o sufragando algo de Picasso, el misógino más a mano que tuvo aquella Junta tan feliz.
Si Carmen Calvo quiere el feminismo exclusivo, que se lo vaya quedando. Uno sabe que el feminismo es como el ecologismo y el igualitarismo: algo que sobrepasa a sus líderes y por el que existen el INFOCA o la Seguridad Social.
A Calvo, tan categórica, le recomendaría que leyera a Rebeca Argudo, tan mayéutica. O a su paisana María Sánchez, que nos dice que en el campo cordobés siguen mandando los hombres que cobran el PER, tan socialista.