Cayetana Álvarez de Toledo puede tener un pasado nobiliario, una pose flamígera, un hablar de institutriz british/porteña... Una frigidez en el alma que seduce a aquellos que reniegan de Vox por el caqui de Smith, y por la pipa sobaquera de Abascal, y por ese tono de "pan, patria y justicia" que tanto revienta a los julijustris de Sotogrande cuando Abascal se viene arriba y habla del valor del esfuerzo.
Cayetana sabe de todo y ahí está su obra en marcha, pero su belleza es etérea y distinta a la del chuloplayas de Sánchez, que es con la que España se identifica en este agosto que apunta a nuevas elecciones y a más de lo mismo: a nada y a fuego en otoño.
A Cayetana la respaldan lecturas y camina sobre las aguas de un PP que parece haberse purificado. Y sin embargo ya no es suyo este tiempo: y no es suyo porque la España de hoy es una España embarrada, tosca, fea.
Cayetana viene con sus conferencias brillantes, su prosa certera, mientras que Sánchez es el reflejo de que los males de España pueden cumplir el sueño americano y eternizarse por cabezonería e incomparecencia.
Cayetana Álvarez de Toledo dice que el PP sólo se abstendría en el caso de que Sánchez dejara de ser Sánchez, acaso como un imposible metafísico si no nos conociéramos a Sánchez y lo voluble de su carisma.
La realidad es que CAT desconoce las virtudes poco edificantes de Sánchez, atributos que le permiten ir de gigoló donde Bertín y volverse adalid del feminismo y modelo de bañadores Turbo al mismo tiempo. Sabemos que en Moncloa quieren una repetición electoral, pues estamos en las vísperas de Sánchez en su conquista definitiva del Estado. Ya se sabe que quien controla Paradores y el BOE tiene al contribuyente a su merced...
Que Cayetana crea que puede haber un PSOE sin Sánchez nos deja una desazón en el alma, quizá porque creíamos que CAT miraba más largo y su pasado de brillante analista política le permitía discernir los reptiles de los zorros.
La realidad es que los barones son constitucionalistas por serlo, a ratos, pero Lambán es el ejemplo de que una cosa y la contraria es la norma en el descalzaperros federal en el que vive el socialismo español. La militancia del PSOE va, viene, piensa poco y todavía se cree que Sánchez la representa.
Uno también se equivocó creyendo que España se había vacunado con Rajoy, pero Sánchez y las profecías de Tezanos -reales y mágicas- nos vienen a decir que somos un país de morcillones, de siesta febril, con la circulación sanguínea cortada a la altura del morrillo. Nos lo dijeron bien clarito los de la Manada de Bilbao amparados en la libertad de expresión de los MENAS que ya no lo son: "Libertad. Argelia. Hachís. Droga". Ni Camus...
Lo cierto es que Sánchez puede dejar de ser Sánchez sin serlo -o siéndolo al mismo tiempo- en una ubicuidad que sólo permite el Falcon cuando va hasta arriba de fuel. Y Cayetana sólo es Cayetana cuando habla como una Cecilia Roth en trance y dispara esas salvas de fogueo que a Ábalos -es un decir- le resbalan en mitad del burladero.