Ayuso arrastra a las masas y ella no lo sabe. Ayuso es materia de día en los taxistas rijosos que hace un año se volvieron podemitas. Ayuso es la protagonista en las cenas de empresa donde no hay empresa ni futuro, pero ella avisa de la mayor rebaja fiscal de la Historia, y la Historia le pone ojitos. De Ayuso hablan los moteros que se van a la Cruz Verde, y en Ayuso no piensan los niños que vendrán a la Comunidad de Madrid y que se llamarán Kevin Isidro, Almudena Federica o Diego Pablo Choleone.
Madrid fue un invento - lo dijo Umbral- de Carlos III y de un albañil de Jaén, que le dio argamasa a la cosa. Ya, después, con las autonomías, nos dijeron de ser una comunidad que en principio fue el hinterland del Rodilla y que después acabaría siendo esto: un ente político seco, central, españolísimo y cachondo. Entre Cubas de la Sagra y San Lorenzo, que toca a Ávila por Abantos y donde tantos sueños cumplimos o nos capamos.
Sea Madrid como fuere, la Comunidad es la que es, donde resuenan los versos y las estrellitas de Agustín García-Calvo y donde escuecen las cremas de la Cifuentes. Uno, el arribafirmante, ha entrado y salido de la sede de la Comunidad como Pedro por su casa: allí le he servido un zumo a María España y he hecho una crónica hasta que me quedé encerrado en aquellos zulos que fueron la DGS. También he estrechado la mano de consejeros emplumados y de señoras vagamente conocidas.
Con toda esta introducción quisiera darle la enhorabuena a Díaz Ayuso, que es lánguida, blanca como una novia juanramoniana, y que hoy puede salir en procesión si Vox no lo impide. En su programa va el volver los toros a los pueblos toristas del Norte, donde ya no vive ni el alcalde. Y un ir usando de vocera/oposición a Monasterio, que hace unas acuarelas fetén como todo arquitecto que se precie: Salvador Moreno Peralta.
En estos días en que Ayuso surge de las aguas pútridas de lo que queda de España, no hay nadie con peso en la Asamblea: a Carmona le van ofreciendo un Crónicas Marcianas con la becaria de Risto y así vamos pasando el verano. En estos días de la coronación de Ayuso, Madrid está entre Benidorm y Benalmádena, y todo debate mínimamente serio alude a la zona media de Pedro Sánchez y sus vacaciones en Africa.
A Ayuso empezarán a lloverle miasmas, directrices, boletines, acusaciones veraces y falacias con envidia. Ayuso es un peón de una partida que no tiene ni fin ni principio, pero aquí seguimos viendo cómo MAR, en una tercera juventud, nos hace un juego regional desde Majadahonda: los Sims de Miguel Ángel Rodríguez. Yo sé que Ayuso tiene a sus ayusers, que son los hijos -pijos- de la ira y que cuentan las aventuras de Isabel, una chica liberal, enanorada, amante de los perros y de la sombra de ojos.
La Comunión/boda de Ayuso en Vallecas podría peligrar por una cojonada de Vox, y entonces, como CAT, habrá quien no le concedería perdón a Monasterio en esos cien años que tengan que venir.