Mal vamos si nos creemos que sólo la izquierda española está infectada por el virus de la distorsión cognitiva. "Pedro Sánchez no quiere un pacto con el PP". "Los nuevos Pactos de la Moncloa son una trampa". "Con este PSOE no hay pacto posible".
OK, señores. Hagamos ese sano ejercicio que consiste en llevar un solo paso más allá nuestros razonamientos para averiguar si estos pisan tierra firme o son sólo humo de pajas.
1. Pedro Sánchez no quiere un pacto con el PP.
¿Por qué? Obviamente, porque un hipotético pacto con el PP le perjudica. Si esos pactos le beneficiaran, Sánchez los impulsaría con entusiasmo. Si fueran intrascendentes, no perdería un solo minuto con ellos.
¿En qué le perjudican esos pactos? Aquí entramos en el terreno de la especulación, pero es razonable suponer que la respuesta es porque un pacto con el PP ahuyentaría a Podemos y sus socios nacionalistas. Si hay algo que la extrema izquierda y el nacionalismo no pueden permitirse es una alianza con un PSOE aliado con el PP.
¿Y qué ocurre si Podemos y los nacionalistas rompen o, sencillamente, se alejan de Pedro Sánchez? Caída del Gobierno y elecciones generales.
Conclusión: Si el PP quiere que Sánchez caiga y se convoquen nuevas elecciones generales, lo que debe hacer Pablo Casado es pactar con el PSOE.
2. Los nuevos Pactos de la Moncloa son una trampa.
Esta afirmación se contradice con la anterior –o Sánchez no quiere los Pactos o los quiere porque son una trampa para Pablo Casado–, pero démosla por válida suponiendo que Pedro Sánchez cree salir beneficiado tanto si el PP rechaza los pactos como si los acepta.
En el primer caso, es decir si Casado los rechaza, porque eso alimenta la narrativa de una derecha oportunista que no desea sumarse a la necesaria unidad nacional en la creencia de que eso le permitirá ocupar la Moncloa cabalgando sobre los cadáveres de 20.000 o 30.000 muertos.
De acuerdo a esta interpretación, caer en la trampa exigiría del PP la voluntad explícita de caer en ella haciendo lo que el PSOE espera de Casado. Es decir, rechazar los pactos.
En el segundo caso, es decir si Casado los acepta, porque un pacto con el PP le permitirá a Sánchez mutualizar la responsabilidad por la crisis sanitaria y económica que se avecina.
Pero esta afirmación está sujeta con hilos y presupone que el PSOE conseguirá que los españoles olviden el 8-M, la compra de millones de test no homologados o la pésima gestión de la epidemia y del estado de alarma.
En este caso, el PP sólo caerá en la trampa si participa en los Pactos, pero no como el principal partido de la oposición, sino como una formación menor y a la defensiva, un simple firmante al pie de los acuerdos de PSOE, Podemos y los nacionalistas.
Dicho de otra manera. La trampa se desactiva tomando las riendas de unos Pactos de la Moncloa que serán, en esencia, estrictamente económicos. La carta ganadora está en manos del PP, no del PSOE. Porque no habrá ayudas de la UE mientras Podemos esté en el Gobierno. Las alternativas para Sánchez son dos: o la quiebra de España, junto a Podemos, o un pacto con el PP.
No hay más opciones.
Conclusión: Si los nuevos Pactos de la Moncloa son una trampa, y el PP lo sabe, Pablo Casado está en una posición inmejorable para convertirlos en una trampa para Sánchez, Podemos y los nacionalistas.
3. Con este PSOE no hay pacto posible.
Esta es una afirmación estrictamente moral y no conduce a ningún terreno fértil en el terreno de la realidad, incluso aunque se comparta la idea de que Pedro Sánchez y Podemos son la mayor amenaza para las instituciones democráticas, para las libertades civiles y para la economía de los españoles desde la aprobación de la Constitución en 1978.
El mito de esa izquierda invencible en el terreno de la propaganda, una propaganda que sólo actuaría al parecer en sentido favorable al de la coalición gobernante, se compadece mal con los temores que expresan los miembros de esa coalición en privado: miedo a una reacción de los españoles en las calles, a la caída del Gobierno, a unas nuevas elecciones generales, a la rebelión de una parte del PSOE contra Pedro Sánchez.
Veámoslo desde otro ángulo. ¿Preferirían ustedes estar en la posición del PP o en la del PSOE durante esta crisis? Sólo el mayor de los derrotismos justifica preferir la posición del PSOE.
Existe un tercer ángulo. No pactar con "este" PSOE implica que existe un PSOE con el que sí se puede pactar. ¿Por qué no buscar su complicidad para quebrar la unidad interna del Gobierno? ¿Por qué no forzar la sustitución de Sánchez por Nadia Calviño?
Conclusión: El PP no sólo debe debatir un pacto con el PP, sino redoblar la apuesta del PSOE y plantear una enmienda a la totalidad con un plan 100% aceptable por la UE y que, en el terreno de la política interna, plantee el fin de la alianza con Podemos y la sustitución de Sánchez por un socialista razonable.
Los Pactos de la Moncloa no son una trampa para Casado. Son una oportunidad. Su oportunidad. Para eso entró en política, ¿no es cierto?