La política española de los siglos XIX y XX está sembrada de magnicidios. La mitad de los atentados lograron su objetivo y la otra mitad resultaron fallidos. Entre estos últimos, los de Amadeo de Saboya, Antonio Maura, Alfonso XII, Alfonso XIII e Isabel II. A ella la salvó el corsé.
Madrid era un campo de tiro a finales del siglo XIX. La tarde del 27 de diciembre de 1870 salía Juan Prim del Congreso en dirección a su berlina cuando unos bandidos envueltos en capas y armados con trabucos y carabinas le dispararon a quemarropa en el interior del carruaje. El general cayó desplomado. Murió dos días más tarde por infección de las heridas.
Prim no fue el único presidente del Consejo de Ministros que murió en un atentado. Cánovas del Castillo fue asesinado en el balneario de Santa Águeda (Guipúzcoa), a manos de un anarquista, el día 8 de agosto de 1897.
En 1912 le llegaría el turno a José Canalejas. Perdió la vida de tres disparos que le asestó Juan Oliva, un anarquista catalán montado a caballo. El 8 de marzo de 1921 la víctima fue Eduardo Dato. Sus asesinos le dispararon desde una moto con sidecar. Acto seguido, el presidente cayó abatido sobre el asiento.
A nuestra reciente historia pertenece el atentado de ETA que costó la vida al almirante Carrero Blanco (diciembre 1973), cuando sólo llevaba seis meses como presidente del Gobierno.
Este año se celebra el centenario de la muerte de Eduardo Dato. A lo largo de 2021, y con la intención de saldar todo lo que la historia le adeuda, varias ciudades españolas (Madrid, Vitoria, Coruña, etcétera) rendirán homenaje a la memoria de quien fue alcalde, diputado, ministro, presidente del Congreso y presidente del Gobierno.
Hombre de vastísima cultura, políglota y viajero tenaz. Parecía inabarcable. Fue académico de la Historia y de Ciencias Morales y Políticas. A él se debe el nacimiento de la Seguridad Social y el impulso de los derechos laborales. El Ministerio de Trabajo le debe muchos de sus retos.
Enfrentado a sus conmilitones del Partido Conservador, promovió reformas legislativas a favor de los trabajadores. Reguló el trabajo de los niños y las mujeres, y creó el embrión de las actuales leyes de maternidad y lactancia.
Si no hizo más fue porque su asesinato lo impidió. Era un todoterreno, un progresista a su pesar, una lumbrera. Este año nos debemos a él y a su aniversario.