Este miércoles se despedía Pablo Iglesias del Congreso de los Diputados para defender Madrid comilfó de las grandes y temibles amenazas que lo acechan. Es decir, de todo lo que no sea el propio Pablo Iglesias. Y no iba a permitir Pablo Echenique que El Jefe (El Hombre, El Macho, The One and Only) se fuese carente de honores, sin encargarse él mismo y sin delegar en nadie de que su salida fuese por la puerta grande y no por la de arrastre.
Y así, casi sin hipérboles y a puerta gayola, se despedía de Iglesias el portavoz refiriéndose a él en sus redes sociales como “la persona que más ha hecho por la democracia y la justicia social desde que yo tengo uso de razón política”. Voy a dejar una línea en blanco antes de continuar, como si esta columna fuese un poema de Roy Galán, para que ustedes se lo respiren, no den crédito, lo lean de nuevo, qué bochorno, sí, y ya entonces lo hablemos con la calma.
Hola, ¿qué tal? Seguimos. Pues sí, han leído bien. Dice Echenique que Pablo Iglesias es la persona que más ha hecho por la democracia y la justicia social. No se rían y supongamos, seamos benévolos, que Echenique dice esto convencido de no faltar a la verdad, que lo cree realmente.
Descartado el trastorno erotómano y cualquier tipo de problema cognitivo que le impida percibir la realidad y los hechos tal y como son, sólo nos quedaría contemplar la posibilidad de que Echenique desprecie por irrelevantes logros de nuestra sociedad como son la Transición o la propia democracia. E, incluso, cada una de las conquistas sociales de las que disfrutamos, las mismísimas bases que sostienen y garantizan un estado de derecho.
Sólo desde una perspectiva totalmente adanista, de un menosprecio absoluto hacia nuestra propia historia y trayectoria como sociedad, se puede explicar, y a duras penas, que alguien sostenga sin sonrojo que hasta la llegada de Pablo Iglesias a la política no se había conseguido nada en materia de justicia social y que su figura ha sido determinante para nuestra democracia.
Es muy difícil, entiéndanme, escribir estas líneas sin presuponerle a este señor desconocimiento, estupidez o mala fe. ¿De verdad puede alguien en su sano juicio pensar que Iglesias ha hecho más por la democracia que los que dieron su vida por ella cuando no la teníamos? ¿Más que los que murieron a manos de aquellos con cuyos herederos ahora estos se sientan?
Me cuesta pensar que no haya una sola persona, viva o muerta, que haya hecho algo más que Iglesias en materia de justicia social en este país, me esfuerzo. ¿Ni siquiera aquellos que lograron que las mujeres pudiésemos votar en el 33? ¿Ha hecho menos Clara Campoamor por la democracia que Pablo Iglesias? ¿Ni siquiera los padres de la Constitución? ¿Ha hecho más que todos los que defendieron los derechos de los homosexuales? ¿Pablo Iglesias más que Pedro Zerolo, por poner un ejemplo?
¿Más que todos y cada uno de los ciudadanos anónimos de toda ideología y condición que hicieron posible la Transición con su generosidad, solidaridad, responsabilidad y deseo de reconciliación? ¿Más incluso, qué barbaridad, que su padre frapero repartiendo octavillas?
La clave, quiero pensar no obstante y antes de que a alguien le dé un soponcio o me lo dé a mí, está en el final de la frase y no conviene pasarla por alto. “Desde que yo tengo uso de razón política”, dice. Más que en afirmación, convierte esta apostilla la frase en autorrefutación.
Echenique parece no tener uso de razón política, a la vista de algunas de sus declaraciones. Afirma en sus redes, por poner un ejemplo, pero hay muchos más. Que violadores, maltratadores y demás chusma violenta votan partidos de derechas.
La democracia para él es elegir entre el mal puro y Podemos. Es decir, sólo es moralmente aceptable ser de izquierdas. Luego todo lo demás es ilegítimo por amoral.
Así pues, si no tiene uso de razón política, Pablo Iglesias bien podría ser la persona que más ha hecho por la democracia en ese lapso de tiempo que va desde que la tiene (o sea, nunca) y ahora mismo. Pablo Iglesias y cualquiera, añado.