Hablemos en plata. Juanma Moreno y compañía no tienen ni pajolera idea de quién fue Blas Infante, como la mayoría de los andaluces. De hecho, a Juanma se la trae al pairo Blas Infante, también como a la mayoría de los andaluces.
Es decir, el gobierno Moreno-Marín homenajea cada 5 de julio al que llaman "padre de la patria andaluza" por pura inercia porque no quieren quebraderos de cabeza con guerras culturales.
Es un acto que institucionalizó el PSOE y ya se quedó. Igual que el 28-F se desayuna mollete con aceite y se toca con la flauta dulce el himno del propio Infante en los colegios andaluces.
Por cierto, imagínense la importancia real que le daba el PSOE a la figura del "padre de la patria andaluza" que para que no cortara las vacaciones a los políticos dejaron de celebrar el acto homenaje a Infante el día de su asesinato, el 11 de agosto, para hacerlo en la fecha de su nacimiento, "que a comienzos de julio nos pilla mejor".
Juanma 'el pragmático' tiene una máxima. Si da votos (o al menos no los resta), bienvenido sea. A ver si con eso de que Alberto Núñez Feijóo le llama "el califa Moreno" se va a creer alguno que rinde tributo a Infante por convicciones islamófilas.
Como ya he dicho, el presidente de la Junta sabe lo mismo de Blas Infante que el andaluz medio: poco tirando a nada.
Y precisamente ese desconocimiento es el que le hace pasar por ese trágala, por ese acto de sumisión cultural para contentar a la Teresa Rodríguez de turno, sin ruborizarse.
Y es que Blas Infante en Andalucía es un personaje totalmente insignificante y marginal, por más que se empeñen los cuatro intensitos de Adelante Andalucía. De él se recogen los símbolos (la bandera, el escudo y el himno). Pero no trasciende el personaje, la obra, su pensamiento. Como el que hereda un piso en Chipiona de una tía abuela solterona que no ha conocido.
Pongo la mano en el capó de un coche aparcado a las 16:00 de la tarde en una calle de Écija (o sea, en el fuego) porque más del 50% de los andaluces desconocen quién fue Blas Infante. Puede que les suene el nombre de argo y ya está.
Siendo generosos, habrá un 30% de mis paisanos que relacionen el nombre de este con el título de padre de la patria andaluza. Quizás dentro de ese 30%, un 10%, donde me incluyo, sepa los cuatro datos básicos del personaje.
Que nació a fines de siglo XIX en Casares (pueblito blanco malagueño entre Estepona y Sotogrande), que fue notario, que su obra más destacada es El ideal andaluz ("mi patriotismo, antes que andaluz, es humano"), que se convirtió al islam, que se montó un palacete árabe en Coria del Río y que lo fusilaron los nacionales en agosto de 1936. Punto.
Los que conocen más o menos bien el legado de Blas Infante no llegan al 1%, y dentro de este porcentaje están los que lo idolatran y los que lo detestan. Filias y fobias que desata cualquier personaje con luces y sombras. Personalmente, la estima de mis admirados Carlos Cano y Antonio Burgos por el de Casares me descoloca.
Lo peor son los dizque herederos de Infante (mayormente dentro de Adelante Andalucía). Unidos por la islamofilia pero, sobre todo, por la hispanofobia. Andalucistas aberzales que en una contorsión antiespañola cambian la letra del himno infantiano. "Sea por Andalucía libre, España y la humanidad" por "sea por Andalucía libre, los pueblos y la humanidad".
La pregunta es ¿hace bien Juanma pasando por el aro para no enrabietar a la parte más infantil de la política andaluza?
Sí y no.
Sí, porque si no tocar las políticas culturales heredadas del PSOE, entre otros factores, le ha valido una mayoría absoluta, pues, oye, está bien a nivel práctico. "Le damos las chuches a la izquierda y nosotros nos dedicamos a gestionar, que es cosa de adultos".
Recuerden, además, la que se montó la única vez que el Gobierno de PP y Ciudadanos quiso dar la batalla cultural retocando tres cositas del escudo de la Junta, obra del propio Infante. Tuvieron que recoger la caña al momento.
Y no, porque los gobernantes han de ser valientes y honestos, y si algo no les gusta, no pasar por el aro y punto, sino intentar cambiarlo según sus valores y creencias.
Evidentemente, no se puede entrar como elefante en cacharrería como pretende Vox. Llamar "lunático islamófilo" (pese a que puede que lo fuera) al que en el imaginario colectivo del pueblo es el padre de la patria andaluza no es hacer amigos, precisamente.
[Vox ataca a Blas Infante, lo llama "radical y lunático islamófilo" en un tuit y luego lo borra]
La solución, que no puede ser a corto plazo, sería hacer pedagogía y explicar a los andaluces, desde el colegio, quién fue Blas Infante. Ofrecerles su vida y su obra de la manera más objetiva posible para que ellos saquen sus conclusiones sobre el personaje.
El epíteto de padre de la patria andaluza que se lo ponga el que así lo crea. Pero que no venga impuesto en los libros de texto (ni en el Estatuto), como así lo denuncia Elvira Roca Barea, que tacha al personaje de "botarate" e "imbécil integral".
La propia autora de Imperiofobia y leyenda negra explica que el origen de los colores de la bandera andaluza que inventó Blas Infante "está en el estandarte de los almohades, que han sido los más cafres que ha habido en el islam hasta los talibanes". El andaluz medio piensa que son los colores del Betis.
En definitiva, un Gobierno que nace con el congreso rodeado y con una alerta antifascista declarada lo hace atado de pies y manos y con mucho que hacerse perdonar.
Pero el próximo viernes, 22 de julio, con una investidura tranquila, comienza una etapa diferente para Juanma y su Ejecutivo. Cuatro años de mayoría absoluta para cambiar, sin pedir permiso ni perdón a izquierda ni a derecha, muchas cosas que están mal en Andalucía.