A Pablo Escobar en Colombia le dieron por imposible y le consintieron construir un chalet en el que retirarse y que lo llamara prisión: La Catedral. A Carles Puigdemont, la justicia europea y Pedro Sánchez le permitieron alquilar un chalet en Waterloo y llamarlo exilio.
Y así hasta que Netflix haga una serie del prófugo que puso en jaque a un país y convierta en héroe al tipo que huyó de sus delitos acobardado en el maletero de un vehículo o lo hagan Nobel de la Paz. Cada uno llama exilio a lo que le parece, pero cobardear e irse de vacaciones pagadas a Bélgica…
Creo que Chaves Nogales, Unamuno, Cossío y cualquier español honrado convendrían que habría sido más duro mandarlo a Benidorm.
El Estado, que resulta implacable con los autónomos, con los enfermos de ELA, con aquel al que le caducó la ITV ayer y que no consigue cita hasta mañana, con la enfermera gaditana que dijo que iba a sacarse el C1 de catalán "su madre" para poder trabajar allí, se vuelve un cojín mullido cuando se trata de aquellos a los que debería perseguir en verdad.
Un país que se toma en serio, a diferencia de una república que calcula su solvencia económica en palmeras y plátanos, no negocia con delincuentes que tienen como objetivo desmembrar la soberanía nacional. Y menos aún con cobardes. A las demandas de los cobardes que extorsionan con sus votos sólo se pliegan los cobardes desesperados por que les hagan presidentes.
El abogado de Puigdemont colabora en el diseño de la ley orgánica de amnistía
— Fernando Garea (@Fgarea) October 23, 2023
El letrado fue condenado por terrorismo, tiene un proceso pendiente por narcotráfico y ha logrado obstaculizar la entrega del expresident https://t.co/xWhrR5negZ
Por eso, cortarle una amnistía a la medida a Puigdemont lo único que demostraría es que Pedro Sánchez nunca estuvo del lado de los que defendían la ley en Cataluña. Que nunca tuvo en consideración a los marginados y escarnecidos por no hablar catalán en las aulas, a los hijos y las familias de la Guardia Civil y de la Policía Nacional que vivían señalados por los nacionalistas.
Pero es aún peor ver (como desvelaba el otro día EL ESPAÑOL) que a Pedro Sánchez sólo le importa Pedro y por eso negocia lavar los delitos de Puigdemont mediante una amnistía con el abogado del mismísimo Puigdemont. Lo próximo será pedirle al zorro que vigile el gallinero, encerrar a los violadores en un harén y pedirle al españolito que, a cambio de no ser facha, siga dejando la dignidad y la justicia de lado, y continúe diciendo amén.