Quiero menos de: 

1. Trajes cuyos pantalones puedan confundirse con mallas deportivas. Trajes cuyos pantalones puedan confundirse con mallas deportivas de color granate o lila. Trajes cuyos pantalones puedan confundirse con mallas deportivas de color granate o lila en el cuerpo de un presidente del Gobierno.

2. Podcasts donde las aventuritas de los presentadores son el tema de conversación principal. Podcasts protagonizados por "un grupo de amigos que reflexionan sobre la vida alrededor de unas cervezas".

3. Microcompras, consuelo de nuestros días: adquisición impulsiva coronada por un "porque yo me lo merezco" o "total, está tirado de precio" que finge proporcionar cierto agarre a la realidad, que provoca una sensación de satisfacción inmediata y parchea el origen último del malestar.

4. La electoralización de la visceralidad, con su inesquivable simplificación de la realidad y falta de honestidad intelectual.

5. Coaliciones políticas que reescriben la historia reciente a cambio de perpetuar a sus integrantes en el poder. 

6. La erosión de los criterios sociales de la pobreza y riqueza, o sea, considerar 35.000 € al año un "buen salario".

7. Compartir publicaciones en LinkedIn. Reaccionar en LinkedIn. Escribir en LinkedIn. Usar, en definitiva, LinkedIn, la red social en la que la petarda que recordaba que no se habían corregido los deberes cinco minutos antes de que terminara la clase chacharea sin parar. La red social del aguafiestas, del pringao. La red social de quienes tienen daddy issues. La red social de quienes han olvidado que todos vamos a morir.

8. Moda rápida, que nutre la insatisfacción y genera sólo un espejismo de riqueza y pertenencia.

9. Venta de productos homeopáticos en las farmacias o reformulación de su categoría: que se presenten en la sección de gominolas del supermercado.

Pastillas de homeopatía.

Pastillas de homeopatía. EFE

10. Identitarismo cultural, es decir, la transformación de la identidad del autor en el centro del valor de su trabajo.

11. Frases hechas ("que la tierra te sea leve") y expresiones politizadas ("la paguita") que amurallan las ideas, petrifican la capacidad de razonamiento y anclan la conversación.

12. Harsher punishment for parole violators, Stan. And world peace!

Quiero más de…

1. Extirpar el carril bici de las carreteras y tomar como ejemplos los de Ámsterdam o Sevilla.

2. Benevolencia y predisposición al entendimiento, a rescatar del antónimo político aquello que favorezca al bien común.

3. Protección a los menores en las redes sociales, exhibidos con frecuencia por sus padres con el objetivo de ganar dinero o atención cochambrosa.

4. Comprobar el origen de la fruta antes de comprarla. Que sea española. Nadie necesita melocotones en enero.

5. Velar por los negocios locales, acechados de norte a sur por franquicias que homogeneízan y vacían los centros históricos de las ciudades.

6. Desatornillar los días de la semana del influjo del trabajo con actividades de ocio que requieran una atención profunda, con amigos o en solitario, de forma que se recupere la percepción rica del tiempo hurtada por los móviles y que el viernes no sea zanahoria ni el lunes cadalso.

7. Voluntariado. La bondad necesita manos. Thoughts and prayers sólo es un meme.

8. Ir al psicólogo, no a Nepal.

9. Árboles y jardines diseminados en el centro de las ciudades para contribuir a regular la sensación térmica.

10. Un poquito más de silencio. La Tierra continuará rotando sin esa opinión.

11. IER (Impuesto Espiritual sobre la Renta): cafeterías de "colágeno y ácido hialurónico", pijamas de seda, plumas y lentejuelas que no bajan de los 3.000€, limpiezas de aura con tambor, retiros de desintoxicación anímica realizados con granos de cacao y pluma de pichón.

12. Impedir la propagación del ánimo linkediano: recordar que todos vamos a morir y que casi nada nunca es para tanto.