Con el prestidigitador Pedro Sánchez las cosas no son nunca lo que parecen.
El 19 de junio del año pasado, por ejemplo, fuimos informados, durante una entrevista con Carlos Alsina, de que el presidente no miente. El presidente cambia de opinión. It's magic.
Ayer, 17 de mayo de 2024, conocimos, durante su entrevista con Antonio García Ferreras en La Sexta, que las cartas con las que su mujer Begoña Gómez apoyó por escrito y con su firma a dos empresas privadas que finalmente consiguieron sendas adjudicaciones millonarias del Gobierno que lidera su marido (un tal Pedro Sánchez) no son cartas de recomendación, sino "declaraciones de interés".
Begoña Gómez firmaba cartas de recomendación a empresas que “financiaban” su máster. Estas terminaban llevándose millones de euros en concursos públicos.
— Pedro Otamendi (@PedroOtamendi) May 17, 2024
Pedro Sánchez: “Es que no son cartas de recomendación. Son declaraciones de interés”. 😂 pic.twitter.com/LY8EhBGPbC
"Declaraciones de interés" que, según el presidente del Gobierno, también habrían escrito una treintena de instituciones. Entre ellas, el Ayuntamiento de Madrid.
Claro, señor presidente. Pero es que usted no está casado con el Ayuntamiento de Madrid. Está casado con Begoña Gómez.
La diferencia no es menor.
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Observen en cualquier caso el truco de magia.
El presidente equipara al Ayuntamiento de Madrid con su mujer Begoña Gómez, que en su cabeza y palmo más palmo menos serían lo mismo, pero luego afirma que una carta de recomendación es algo distinto a una "declaración de interés".
Esa carta, además, la firma Begoña Gómez en calidad de "directora del máster en captación de fondos públicos y privados". Un cargo, a la vista está, al que sólo un "seudoperiodista del fango" podría atribuir un potencial conflicto de intereses.
La pregunta es qué diferencia una carta de recomendación de una declaración de interés cuando ambas cumplen la misma función en un concurso público: avalar uno o varios de los proyectos sometidos a consideración. Es decir, reforzarlos.
Otra pregunta interesante es por qué se implica la mujer del presidente, poco o mucho, en un procedimiento que implica ayudas millonarias y que va a ser resuelto por el gobierno que lidera su marido.
Y eso, independientemente de si la declaración de interés fue o no finalmente adjuntada al expediente, como defendió ayer Sánchez durante su entrevista.
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¿Saben cuál es el verdadero detalle significativo de esta parte de la entrevista?
Que el presidente esquiva por dos veces la pregunta de "¿conocía usted que Begoña Gómez había firmado esas cartas?".
Pero ¿por qué la esquiva, si está convencido de que su mujer "lo ha hecho todo bien"?
Las ‘declaraciones de interés’ de Begoña Gómez. Vicente Vallés:
— Pedro Otamendi (@PedroOtamendi) May 17, 2024
“Sánchez no ha respondido si sabía que su mujer había firmado esas recomendaciones. Los periodistas han ratificado ante el juez sus informaciones. Las noticias están avaladas por documentos publicados”.
Demoledor… pic.twitter.com/UjF4JUpWiN
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Pero hubo más trucos de magia en la entrevista de La Sexta.
Uno especialmente vistoso llegó cuando Ferreras le preguntó al presidente si una posible imputación penal del fiscal general del Estado por la filtración de datos personales de la pareja de Isabel Díaz Ayuso le obligaría a abandonar el cargo.
Y fue vistoso porque Sánchez, el mismo Sánchez de "¿de quién depende la Fiscalía, eh, de quién?", respondió "la Fiscalía es independiente".
Con Sánchez, la bolita siempre está en el cubilete que más le conviene a él. La Fiscalía de Schrödinger es independiente o dependiente dependiendo de su interés coyuntural.
A renglón seguido, sin embargo, el presidente del Gobierno reconoce el delito de forma implícita al afirmar que Álvaro García Ortiz filtró esos datos "para clarificar un bulo".
Aparentemente, a) ahora es trabajo de la Fiscalía enzarzarse públicamente en batallas mediáticas con los ciudadanos, y b) esas batallas deben librarse a muerte, revelando datos personales del ciudadano a triturar por el Gobierno.
Que el ciudadano resulte ser la pareja de Isabel Díaz Ayuso es un detalle secundario.
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Entonces, el presidente hizo un truco espectacular.
Metió a su mujer en una caja al grito de "aquí no hay caso, hay fango".
Lo tapó con una tela en la que había escrito "estamos hablando de estas cosas cuando realmente tendríamos que estar hablando de cómo vamos a regenerar la vida democrática en nuestro país".
Y luego, tras un par de vueltas teatrales a la caja ("la desinformación muchas veces consideramos que nos viene de Rusia, de Putin o de China, y resulta que los bulos muchas veces se hacen aquí"), la destapó para sacar de ella… ¡a Isabel Díaz Ayuso!
"Lo importante es que la señora Ayuso tiene un problema" dijo el presidente. "Hay cosas que hubieran llevado a cualquier responsable político a la dimisión".
Y uno no sabía ya si la mujer del presidente era el Ayuntamiento de Madrid, o Isabel Díaz Ayuso, o el fiscal general del Estado.
Observen de nuevo el truco. El interés de la mujer del presidente en dos empresas que resultan beneficiadas con concesiones millonarias públicas gracias precisamente a ese interés son "bulos y fango", mientras que los litigios privados con Hacienda de la pareja de Ayuso, originados además en una época además en la que ambos no tenían ninguna relación, obligan a la presidenta de la Comunidad a la dimisión en virtud de… ¿qué?
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Otro truco de magia.
Ferreras deposita en las manos de Sánchez a Luis Rubiales, el presidente del Gobierno junta entonces rápidamente las manos con una palmada y el expresidente de la RFEF, ese que mantenía una si no estrecha, sí fluida relación con él, pasa a ser "este señor".
Un poco más y remata "ese señor del que usted me habla".
🔴 @sanchezcastejon, sobre Luis Rubiales: "Me parece que es todo lo contrario, lo que está haciendo este señor, al deporte en nuestro país". #SánchezARV pic.twitter.com/DRs0wljQ6M
— AlRojoVivo (@DebatAlRojoVivo) May 17, 2024
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Luego llegó uno de los trucos más viscosos del presidente.
Sánchez metió a Alvises y Negres y The Objectives y Confidenciales y Libertades Digitales y Debates y Voz Pópulis en un camión de la basura, los calificó de "tabloides y seudomedios digitales, bulos, desinformación, intoxicación, difamación", y luego los depositó en el vertedero de una futura ley que vendió como una "trasposición" de la Ley de libertad de los medios de comunicación de la UE y que en España servirá para todo lo contrario de lo que dice su nombre.
Es decir, para controlar a la prensa.
"No es lo mismo alguien que trabaja para un tabloide digital con determinadas orientaciones y bulos que un medio de comunicación que tiene periodistas de verdad" dijo luego el presidente para adornar su truco.
Ya lo ven. Algunos trabajan sexando pollos y el presidente se va a poner ahora a sexar periodistas, decidiendo cuáles merecen el título de tal (los que no informen de su mujer) y cuáles no merecen siquiera el nombre (los que sí lo hagan).
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"Yo creo que tenemos que abrir un serio debate sobre qué es libertad de información" dijo luego el presidente.
Yo creo que hay un debate anterior y prioritario. El que debe mantener el presidente consigo mismo sobre qué es libertad. A secas. Porque Sánchez parece tener problemas para asimilar el concepto.
Lo de la libertad con apellido (de expresión, de prensa, de pensamiento, ideológica) lo dejamos en todo caso para una fase posterior.
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El problema de Pedro Sánchez es que sus trucos de magia empiezan a estar ya muy vistos. Y repetir una y otra vez el mismo espectáculo no va a funcionarle eternamente. Ayer, uno pudo incluso intuir bostezos entre el respetable. "Me atacan, bulos, seudoperiodistas, fango, víctima, campañas, los jueces, Ayuso, Israel, Milei, bla, blá".
Renueve el repertorio, señor Sánchez, si quiere seguir llenando el teatro.