Mucha gente se pregunta cuál será la estrategia del dictador venezolano Nicolás Maduro para enfrentar la creciente indignación interna e internacional por su grotesco fraude electoral del 28 de julio.
La respuesta es muy sencilla: ganar tiempo y esperar que el mundo se olvide de Venezuela.
La buena noticia es que su plan no está funcionando, porque la amenaza inminente de un nuevo éxodo masivo de venezolanos está creando pánico en todo el continente.
Más de 7,7 millones de venezolanos ya han huido del país desde que Maduro subió al poder en 2013. Encuestas recientes sugieren que al menos cuatro millones más se irán pronto si permanece en el poder después de haberse robado las elecciones.
El nuevo presidente de Panamá, José Raúl Mulino, convocó el martes a una cumbre de presidentes latinoamericanos para discutir la crisis venezolana. Dijo que la reunión buscará "ensayar más acciones que apoyen la democracia y la voluntad popular en ese hermano país".
Panamá y otros seis países latinoamericanos (incluyendo Argentina, Perú, Ecuador y Uruguay) ya han reconocido al candidato opositor venezolano Edmundo González Urrutia como ganador de las elecciones de Venezuela.
Separadamente, los presidentes de izquierda de Brasil, Colombia y México han pedido que Maduro publique las actas de votación detalladas que demuestren su supuesta victoria, como lo exige la ley venezolana. Copias de las actas verificadas que fueron dadas a conocer por la oposición, así como encuestas a boca de urna, muestran que González Urrutia ganó con el 67% de los votos, contra un 30% de Maduro.
Estados Unidos ha dicho que hay pruebas abrumadoras de que González Urrutia ganó las elecciones y está pidiendo a Maduro que negocie una "transición democrática" del poder.
La excusa que ha dado Maduro para no dar a conocer las actas de la votación es un supuesto hackeo del sistema informático electoral, supuestamente organizado por la líder opositora María Corina Machado y lanzado desde Macedonia del Norte. Pero ningún observador serio se cree esa historia.
Jennie Lincoln, quien dirigió la misión de expertos electorales del Centro Carter a Venezuela, me dijo que el supuesto ataque informático es una "afirmación falsa".
"Hay compañías en la región que monitorean las interrupciones en el servicio, y ninguna reportó una falla en Venezuela la noche de las elecciones", me dijo Lincoln. "Cualquier referencia a un supuesto ataque informático es una maniobra de distracción del gobierno para evitar mostrar las actas".
Lincoln agregó que el Centro Carter y varias otras organizaciones analizaron los datos de las actas verificadas que dio a conocer la oposición "y muestran que la oposición ganó por un margen de dos a uno".
El régimen venezolano está inventando ahora nuevos trucos para desviar la atención pública de la obligación del Consejo Nacional Electoral de dar a conocer las actas, mientras espera que otros acontecimientos mundiales como las guerras del Medio Oriente desplacen a Venezuela de las primeras planas.
Entre otras cosas, Maduro ha pedido una auditoría del Tribunal Supremo de Justicia sobre las elecciones, incluido el supuesto ataque informático. Una investigación de ese tipo, que no está contemplada en las leyes venezolanas, podría llevar meses.
El expresidente colombiano Iván Duque me dijo que el dictador venezolano está siguiendo dos estrategias simultáneas: está falsificando en secreto los datos electorales para tener algo que mostrarle al mundo y, si eso no funciona, ordenará al Tribunal Supremo de Justicia que convoque nuevas elecciones.
Pero esta última opción es una trampa que podría ser apoyada por Brasil, Colombia y México para darle a Maduro un respiro político, me dijo Duque.
"Debería haber una transición de poder, no unas nuevas elecciones", señaló el expresidente. "La comunidad internacional debe presionar por una salida negociada de Maduro, en lugar de permitirle permanecer en el poder".
De todos modos, el plan de Maduro de tratar de ganar tiempo y esperar que su fraude electoral sea olvidado por el resto del mundo está fallando.
Su fraude electoral ha sido tan burdo, y la perspectiva de un nuevo éxodo de millones de venezolanos es tan real, que es probable que América Latina, Europa y Washington mantengan la presión para una transición democrática en Venezuela.