No está claro si la subida en las encuestas de la candidata demócrata Kamala Harris durará hasta las elecciones de noviembre, pero una cosa es obvia: su rival republicano, el expresidente Donald Trump, está a la defensiva y muestra signos de creciente desesperación.
Una encuesta nacional de Morning Consult del 20 de agosto mostraba que Harris estaba un 4% por encima de Trump, y un promedio de encuestas nacionales de FiveThirtyEight la situaba con una ventaja del 2,8%. La mayoría de las encuestas también muestran que Harris está ganando o en un empate estadístico en los estados indecisos.
En su intento por recuperar la delantera, Trump, está centrando cada vez más su campaña en demonizar a los inmigrantes. Eso es peligroso, porque su falso relato sobre los migrantes puede producir más discriminación racial y crímenes de odio.
No es casualidad que el día del discurso de Harris en la Convención Nacional Demócrata, Trump decidiera tratar de robarle los reflectores yendo a la frontera con México en Arizona.
En su discurso allí, repitió sus falsas afirmaciones de que existe una "plaga mortal de crímenes cometidos por inmigrantes" que supuestamente está "destruyendo la nación". Tales afirmaciones contradicen los datos oficiales y de prácticamente todos los estudios serios.
Trump está diciendo cosas cada vez más delirantes sobre los indocumentados, llamándolos "animales", "monstruos salvajes" y diciendo que están "envenenando la sangre de nuestro país", un lenguaje similar al utilizado por Adolf Hitler en la Alemania nazi.
Según datos oficiales, los cruces ilegales en la frontera han disminuido más del 50% desde que el presidente Joe Biden firmó una orden ejecutiva a ese fin a principios de este año. En cuanto a la supuesta "plaga mortal" de homicidios cometidos por migrantes, los datos del FBI muestran que los crímenes violentos en Estados Unidos están cerca de su nivel más bajo en más de cincuenta años.
Sin embargo, me temo que el discurso de odio de Trump contra los inmigrantes se intensifique aún más en las próximas semanas, porque muchos de sus otros temas de campaña se están desinflando.
La acusación de Trump de que la economía estadounidense está en ruinas suena cada vez menos creíble en momentos en que la bolsa de valores de Wall Street está en su máximo histórico, la inflación está bajando y Estados Unidos es la economía de más rápido crecimiento entre las principales naciones industrializadas.
Según AdImpact, una empresa que monitorea la publicidad política, los republicanos ya han gastado 247 millones de dólares en los primeros seis meses de este año en anuncios televisivos y digitales sobre la migración ilegal. Eso es más de lo que los republicanos gastaron en anuncios sobre cualquier otro tema, incluida la economía.
Curiosamente, más del 80% de estos anuncios nunca se emitieron en estados limítrofes con México, informó The Washington Post. La mayoría de estos anuncios se emitieron en estados del norte, con poblaciones de inmigrantes más pequeñas.
En un cambio de estrategia, los demócratas decidieron en los últimos días endurecer su discurso sobre la inmigración, en lugar de tratar de desacreditar las mentiras de Trump sobre el tema.
En su discurso en la Convención Demócrata, Harris se presentó como una exfiscal que luchó contra criminales extranjeros y culpó a Trump por haber mandado a los republicanos votar en contra de un reciente proyecto de ley bipartidista que contenía fuertes medidas para proteger la frontera.
Los demócratas probablemente han concluido que, con un 77% de los estadounidenses que según una reciente encuesta de Pew Research creen que existe una "crisis migratoria", no les queda tiempo antes de las elecciones para convencer a los votantes de que Trump está difundiendo mentiras sobre la inmigración.
Puede que la nueva estrategia de los demócratas les funcione a nivel electoral, pero aceptar tácitamente las mentiras de Trump va a venir con un costo: ayudará a normalizar la falsa idea de que los indocumentados son "criminales" en lugar de personas trabajadoras que pagan impuestos y hacen trabajos que la mayoría de los estadounidenses no quieren hacer.
Eso sólo ayudará a aumentar la discriminación racial no sólo contra los inmigrantes indocumentados, sino contra todos los inmigrantes. Esto se va a poner cada vez más feo.