No hay mayor síntoma de la disfuncionalidad de un Estado que esas alabanzas de rutina a las fuerzas y cuerpos de seguridad tras una catástrofe como la de la DANA.

Porque esas fuerzas y cuerpos de seguridad han llegado a la Comunidad Valenciana una vez el desastre ya se ha consumado para solucionar con los músculos lo que el cerebro de nuestra clase política ha sido incapaz de evitar

Una actuación ejemplar la de esas fuerzas y cuerpos de seguridad, sí. Pero paliativa.

Efectivos de la UME reparten agua a los vecinos de Paiporta.

Efectivos de la UME reparten agua a los vecinos de Paiporta. EFE

Y esa es la diferencia entre la ciudadanía de un país funcional y la de uno fallido. Que la segunda se centra, obligada por las circunstancias, en la bondad del analgésico en vez de exigir resultados a quienes deberían haber impedido, o al menos reducido, la destrucción. Los españoles le damos folclóricamente las gracias a "la profesionalidad de los enfermeros" cuando el cirujano nos ha amputado por error la pierna equivocada. 

Ayer jueves, en Horizonte, el programa de la Cuatro, Iker Jiménez y Ángel Gaitán emitieron desde Paiporta, una de las localidades arrasadas por la DANA.

Los vecinos pedían desde los balcones agua, comida, medicinas y seguridad.

Qué bien descritas las cuatro funciones elementales de un Estado. Agua. Comida. Medicinas. Seguridad. No hay más.  

Explicaba Iker que los saqueadores se paseaban a sus anchas por la zona y reventaban las ventanas de los coches amontonados para robar en su interior. También entraban en las casas y en los comercios, pasando por encima de los cadáveres, para arrasar con perfumes, móviles y jamones. "Lo que no se ha llevado la DANA se lo han llevado los saqueadores" decía un ciudadano. 

Ese ciudadano se lo decía a Iker, no a un policía o a un soldado.

A Iker Jiménez. Un presentador de televisión.

Los vecinos hablaban de cadáveres que todavía no habían sido retirados por nadie y que permanecían en los garajes, pudriéndose. Hablaban de aguas fecales desbordadas, plagas de ratas y condiciones insalubres. Iker hablaba de una mujer muerta junto a su hija en el techo de un coche amontonado sobre otras docenas de vehículos. 

Eso es un Estado quebrado. "La anarquía se apodera de Paiporta", titulamos hoy en EL ESPAÑOL. 

Un Estado quebrado es un estudioso de lo paranormal y un mecánico paseándose por un barrio al que el Gobierno no ha conseguido llegar 72 horas después de la DANA. 

Si a la puerta de tu casa llega antes Iker que una garrafa de agua es que tu Estado te ha fallado. Más te valdría haber quemado el dinero que has pagado en impuestos. Al menos ese dinero te habría calentado durante unos segundos. 

Sobre los hombros de esos vecinos que pedían agua desesperados pesan hoy cinco niveles administrativos, con sus correspondientes miles de funcionarios. Qué digo, "miles". Millones de funcionarios. Sólo en España, tres millones. Los de ayuntamientos, comunidades, diputaciones y Gobierno central.

Más los de la UE, esos artistas del deeply concerned.

Y ahí estaban Iker y Gaitán, gente que en circunstancias normales habría dedicado el día al entretenimiento informativo (el infotainment), llevando botellas de agua a las víctimas de la DANA. 

Vecinas de Chiva limpian las calles tras la DANA.

Vecinas de Chiva limpian las calles tras la DANA. EFE

A esa misma hora, el Gobierno ya había empezado a construir el relato con el que intentará imputar a Carlos Mazón la responsabilidad por la tragedia.

El Gobierno sabe perfectamente que la cifra de fallecidos será muy superior a los 150 oficiales de hoy. Cuando tenga el número exacto y definitivo se pondrá en contacto con sus imprentas de confianza y lo plasmará en pegatinas, pancartas y panfletos.

Pedro Sánchez ya tiene un nuevo Prestige en sus manos. Y con ese Prestige hará con el presidente de la Comunidad Valenciana lo mismo que lleva haciendo desde 2021 con Ayuso y los muertos en las residencias: machacar hora y día con el bulo de que Mazón hizo caso omiso de los avisos, primero, y rechazó la ayuda del Gobierno, luego.

Es mentira, claro, como son mentira los "protocolos de la vergüenza". Pero el trabajo de zapa dará su fruto. Mazón ganará las próximas elecciones por mayoría absoluta, como Ayuso, pero la ciudadanía valenciana se partirá en dos. Y esa DANA de división y crispación, la especialidad de este Gobierno, no será menos letal que la actual. 

Ninguno de los cinco niveles administrativos citados ha sido capaz, en resumen, de mantener el orden en las zonas arrasadas. El mismo ejército y los mismos recursos que el Gobierno dedica a rescatar inmigrantes ilegales a cientos de millas náuticas de territorio español, pero a sólo unas pocas de Marruecos, permanece todavía hoy infrautilizado mientras los criminales aterrorizan a las víctimas de la DANA en sus casas. 

Pero claro, ¿qué iban a hacer esos delincuentes si habían visto al Gobierno aprovechar el caos generado por la DANA para entrar a caballo en RTVE, enchufar a los suyos, subirle los impuestos a los españoles y negociar un nuevo privilegio para la alta burguesía vasca que será pagado, entre otros, por las víctimas de la gota fría?

Dada la evidente incapacidad de la burocracia española para conseguir que los trenes no descarrilen, que los pueblos no se inunden y que la tercera mayor ciudad del país no se convierta en Somalia cuando llueve, nuestra clase política se ha dedicado a objetivos más modestos: salvar a la humanidad del apocalipsis, convertir a los hombres en mujeres y ganar la guerra civil.

Quien no sabe limpiar las alcantarillas de su ciudad se dedica a limpiar las alcantarillas del alma del prójimo. Porque los políticos españoles están llamados a más altas hazañas jamás soñadas por el ser humano. Y de las basuras, los torrentes y las presas ya se ocupará quien sea que se ocupe de esas cosas. La oposición, el Ministerio de Transición Ecológica, la Comunidad de Regantes, el Centro Nacional de Seguimiento y Coordinación de Emergencias de Protección Civil o cualquier otro ente, instituto, organismo, fundación o chiringuito creado para fingir que hay alguien ocupándose de lo elemental.

En cuanto al Gobierno, cuyo presidente se mostraba profundamente conmovido desde la India mientras aprovechaba el luto para apropiarse de un pedazo más del Estado, uno ya no espera más de él que aquello que da con sorprendente regularidad. Caos.