Las recientes críticas de medios internacionales como The Economist y Le Monde contra la deriva iliberal de Pedro Sánchez han puesto en evidencia algo más profundo que la influencia de la prensa extranjera en nuestro país.

Estas publicaciones destacan problemas que los medios nacionales, muchos de ellos condicionados por la proximidad al poder, no siempre pueden o están dispuestos a señalar con igual claridad.

Más que reflejar una curiosa dependencia de medios foráneos, esta situación nos alerta sobre el deterioro democrático que se viene observando en España bajo la gestión de Sánchez, y que ya ha traspasado fronteras.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras una reunión del Consejo de Ministros.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras una reunión del Consejo de Ministros. EFE

Pedro Sánchez ha mostrado una inclinación preocupante hacia el control de los medios. Se ha convertido en un presidente que intenta modelar el mensaje mediático a su conveniencia, una práctica común en las democracias iliberales y autocracias.

Lo que alguna vez fue un entorno plural de medios diversos y críticos parece hoy condicionado, en gran parte, por un Gobierno que ejerce su poder para evitar que ciertos temas salgan a la luz o que las críticas tengan repercusión.

Esta actitud es propia de gobiernos que buscan consolidar el poder más allá de los límites democráticos, lo que debería preocuparnos a todos.

Recuerdo una escena de Un hombre para la eternidad en la que el ayudante de Tomás Moro, antes de traicionarle, le expone a su instigador que tiene remordimientos, a lo que su instigador le responde "No te preocupes, la próxima vez te costará menos".

A Sánchez cada vez le cuesta menos una nueva deriva iliberal. Pedro Sánchez no es Putin, pero Putin fue una vez Pedro Sánchez.

No es casualidad que The Economist y Le Monde, medios reconocidos por su independencia y rigor, y difícilmente encasillables en la fachosfera, hayan señalado con firmeza problemas en la política de Sánchez. Las democracias sólidas no dependen de la prensa extranjera para la fiscalización de sus líderes.

Sin embargo, en España parece necesario que estas voces de fuera destapen aquello que algunos medios nacionales, en muchos casos bajo presión o influencia, no pueden destapar. Los comentarios externos, más que un mero ejercicio de crítica, actúan como una señal de advertencia ante la deriva que puede estar tomando nuestra democracia.

A lo largo de la historia, la prensa internacional ha ejercido una función crítica en contextos donde los líderes han intentado manipular los medios nacionales. En Argentina, la cobertura internacional fue fundamental en la caída de la dictadura militar, exponiendo al mundo las atrocidades y crímenes cometidos por el régimen.

En nuestro país, durante el franquismo y la Transición, la prensa extranjera desempeñó un papel clave, cuando los medios nacionales aún no habían ganado musculatura e independencia. En una democracia débil o en retroceso, las voces externas son a menudo el último recurso para evitar la manipulación total de la información.

En nuestro país, lamentablemente, la prensa extranjera empieza a jugar el papel que desempeñó en los setenta e inicios de los ochenta. En esta línea, las críticas a Sánchez por parte de la prensa internacional encienden una alarma que no podemos ignorar.

La crítica de The Economist y Le Monde debe interpretarse como una advertencia ante las tendencias de control mediático y la falta de transparencia que caracterizan cada vez más la gestión de Pedro Sánchez.

España necesita urgentemente recuperar el peso y libertad de la prensa nacional y una cultura de debate genuino que no dependa del beneplácito del poder. Si continuamos por el camino de la influencia y el control sobre los medios, nos arriesgamos a perder uno de los elementos que define a una democracia auténtica.

La prensa internacional puede ser útil, pero el verdadero indicador de libertad debe encontrarse en nuestra capacidad de autorreflexión y de crítica interna, libre de las sombras de un gobierno que aspira a una influencia mediática alarmante.

The Economist definió la actitud de Pedro Sánchez en una sola frase: "aferrarse al cargo a costa de la democracia española". Para Le Monde, la "tormenta" que cae sobre Pedro Sánchez puede complicarse. "Los días y semanas que vienen se presentan como un verdadero via crucis para el gobierno".

Esta tendencia puede llevar a que el Gobierno profundice aún más su deriva iliberal, como hizo el pasado 29 de octubre, anteponiendo el control de la televisión pública al luto por los fallecidos de la Dana. Los Gobiernos iliberales no lloran.