Acaban de cumplirse tres años de la muerte de Antonio Escohotado, triste ocasión que Florentino Pérez aprovechó para rendirle homenaje en su discurso ante la asamblea de socios compromisarios del Real Madrid.
El lector sabrá que ambos gigantes, el de la filosofía y el de los negocios, se conocieron en Ibiza pocos meses antes de que el cerebro de Antonio, que ya había avisado de que se marchaba a la isla a morirse, dejara de latir.
A los sabios les late el cerebro tanto como el corazón.
A Florentino también le sucede, y por eso ambas materias grises congeniaron tan bien en el breve encuentro ibicenco, porque nunca jamás dejaron/dejan de bombear ideas en rededor. La admiración era mutua, y el viejo pensador habría estado orgulloso de la intervención del mandatario blanco, el domingo, ante los socios representantes del club.
Escohotado dejó el comunismo hecho unos zorros en su monumental trilogía Los enemigos del comercio. Florentino tiene identificados a Ceferin y Tebas como los enemigos del comercio del balompié actual. Son dos comunistas de manual, incluso aunque crean estar instalados en las antípodas de Karl Marx.
La lucha que estos dos individuos, cada uno en su ámbito de actuación, libran por el mantenimiento de un statu quo contrario a la libertad es digna de un capítulo de la obra de referencia escohotadiana.
Ceferin, en concreto, permanece aferrado a sus privilegios estalinistas a pesar de que la justicia europea ya le ha dicho que no puede limitar el derecho de los clubes a establecer las competiciones que libremente decidan organizar, y está ofreciendo al mundo una muerte deportiva ciertamente patética.
La Superliga, eje central del discurso florentinista, está a las puertas, pero hay abogados eslovenos que patean bocarriba mejor que las cucarachas bajo el efecto del Autan.
Tebas ejerce un pataleo similar, sólo que dentro del ámbito nacional. Está deportivamente muerto y no lo sabe, como los finados del clásico de Shyamalan.
Anda intentando poner puertas al campo, ejerciendo un dominio medieval del fútbol español, al que condena a la usura. La Revolución francesa no ha pasado por Tebas, quien se cree investido de un derecho divino para marcar el futuro de los clubes como si fuese algo más que un simple empleado de los mismos, de igual manera que Ceferin se cree más que un intermediario.
Ceferin y Tebas son algo peor que patéticos: son innecesarios en el esquema general de las cosas.
Los clubes son dueños de sus destinos, por mucho que algunos, especialmente los clubes patrios, no cesen de entonar su lastimoso y particular "vivan las cadenas".
A fin de que nadie le chiste, y de este modo poder seguir perpetuando su tiranía, Tebas riega de abundantes recursos financieros a los medios.
Florentino también se refirió a esto en su alocución. A esta hora sigue Tebas poniendo tuits en respuesta al alegato florentinista, y sin embargo no ha dedicado un solo trino a responder a la sencilla pregunta lanzado al aire por el presidente vikingo, a saber: a qué medios paga, cuánto y a qué fin.
En ausencia de explicación alguna, cabe concluir que la respuesta a esas tres preguntas es, una por una: a los medios hostiles al Madrid, mucha pasta, y para asfixiar la libre iniciativa de quien concibe un fútbol libre de tebases y ceferinos.
Un fútbol libre, sin más. Un fútbol que aproveche las oportunidades que el mercado brinda. Un fútbol que mire lo que hay ahí fuera, lejos del yugo de los enemigos del comercio, ajeno a los vanos intentos de hacer pasar el interés general por el mantenimiento de prebendas.
Ahí fuera, donde hay luz y huele bien, existe internet, el mejor invento de la historia de la humanidad según el propio Escohotado, un fenómeno que posibilita hacer llegar el fútbol a millones de aficionados del mundo que lo adoran, pero para quienes ver jugar a su equipo favorito es un bien de lujo hoy.
Tebas y Ceferin viven en un fútbol preinternet, lo cual no tendría nada de particular si no pretendiesen imponer al planeta su propia visión arcaica e interesada.
Esos dos tipos no quieren que se sepa, pero ya no hay modo de ignorar que hacer llegar el balompié de élite a las masas del mundo desarrollado y también del emergente es más que posible, y que la escala del negocio a nivel publicitario faculta a los clubes a hacérselo llegar gratis a un niño de Bangladés con el solo requerimiento de un acceso a la red.
En el fondo es divertido. Tebas y Ceferin pretenden hacernos creer que hacen falta. Gran parte del discurso de Florentino consistió en una rotunda risotada en la cara misma de esa pretensión.