La unanimidad con que la práctica totalidad de medios de comunicación tradicionales ha interpretado la investidura fallida de Rajoy, responsabilizando únicamente del fracaso al líder de la oposición, es un escándalo sin precedentes en nuestra Democracia. El linchamiento mediático de Pedro Sánchez por no allanarse al PP, la falta de matices, el todos a una, revela la pérdida de pluralidad en prensa, radio y televisión, otra mancha que añadir a la gestión de Rajoy.
La situación de bochorno es tal, que una reputada cronista política lamentaba este jueves en las redes sociales que los grandes diarios de papel compartieran titulares, palabra por palabra. La triste realidad es que hoy, en cada medio de comunicación, hay un comisario del rajoyismo: cuando no es el director, es el presidente de la compañía o el consejero delegado.
Al calor del Gobierno
Las empresas de comunicación que ganan dinero (básicamente el duopolio televisivo), quieren seguir manteniendo las concesiones y los beneficios al calor del Gobierno, y las que pierden, procuran congraciarse con el Ejecutivo para tratar de equilibrar sus cuentas. Es Rajoy quien ha permitido la concentración de canales de televisión en contra del criterio de la Comisión Nacional de la Competencia y quien les ha llenado los bolsillos consagrando la retirada de la publicidad en RTVE. Es Rajoy también quien, a través de sus influencias en las empresas del Ibex, premia con publicidad a los medios dóciles y castiga a los díscolos.
La supeditación de la prensa al poder político supone un gravísimo deterioro de nuestra calidad democrática. El resultado salta a la vista: una vergonzosa uniformidad informativa. Se está moldeando la opinión publicada en los medios tradicionales, opinión que luego repiten como loritos perezosos las cadenas de radio y televisión en sus resúmenes de prensa, en los que se omite generalmente a los nativos digitales que leen millones de españoles.
Ese clamor que generan los medios sumisos, y del que a la postre se hace eco la prensa internacional, se utiliza para presionar a quienes dificultan la investidura de Rajoy. Ya lo hicieron con Albert Rivera y ahora le ha llegado el turno a Pedro Sánchez, el último escollo. Sorprende que ninguno de estos medios destaque la circunstancia de que Rajoy no hiciera el menor esfuerzo, ni en la sesión del martes ni en la del miércoles, para atraerse la voluntad del PSOE. Para ellos sólo hay dos opciones: o Rajoy o el caos, pese a que la realidad es que hay otras opciones.
Sánchez debe definirse
Cuando este viernes se confirme que el candidato del PP sigue estando en minoría en el Congreso, habrá que pedirle a Sánchez que presente una alternativa para evitar las terceras elecciones. Hasta ahora sus argumentos, aunque discutibles, han sido coherentes y han respondido a lo que se espera de un líder de la oposición. Ha llegado el momento de que el líder socialista aclare si va a intentar construir una candidatura con otras fuerzas parlamentarias u opta por poner condiciones a su abstención para facilitar la gobernabilidad.
Visto lo visto, cualquier acuerdo de Ciudadanos o del PSOE con el PP debería incluir medidas para garantizar la pluralidad en la prensa y acabar así con la apisonadora mediática que ha impuesto el Gobierno de Rajoy estos años. La regeneración nunca será real mientras los medios continúen actuando como correa de transmisión del poder político.