La falta de determinación y claridad de Rajoy a la hora de parar el golpe independentista debilita la contraofensiva del Estado a la vez que envalentona a los partidos más hostiles con el régimen constitucional, entre los que hay que contar no sólo a los soberanistas catalanes sino también a los nacionalistas vascos y a Podemos y sus confluencias.
Jueces, fiscales y fuerzas de seguridad están actuando con diligencia, pero no pueden hacerle el trabajo político al Gobierno, donde la renuencia a coger el toro por los cuernos permite a los independentistas seguir adelante con el 1-0.
Demasiado tarde
Así, Hacienda ha asumido el control de las cuentas de la Generalitat demasiado tarde y puede que ya se hayan desviado recursos públicos pagar el referéndum. El Tribunal Constitucional comenzará este martes a debatir la imposición de sanciones de entre 3.000 y 30.000 euros a los miembros de la sindicatura electoral del 1-0. Sin embargo, tampoco hay garantías de que el secesionismo no haya previsto el modo de hacer frente a este tipo de contingencias.
La soberbia con la que se conducen los promotores del 1-0, con Puigdemont y Junqueras a la cabeza, hace pensar que no les importa cuál pueda ser la respuesta del Estado porque han previsto todos los escenarios. Rajoy y Sáenz de Santamaría han permitido al bloque secesionista ir siempre un paso por delante por su temor a activar el 155, que permite incluso suspender la autonomía. En lugar de tomar la iniciativa política de una vez por todas, contando como cuentan con el respaldo de Ciudadanos y el PSOE, presionan entre bastidores al Constitucional para que les resuelva la papeleta.
Desconcierto en el PSOE
Esta estrategia no sólo genera tensiones innecesarias en el Constitucional, sino que compromete la unidad de los partidos constitucionalistas frente al desafío. El desconcierto es muy visible en el PSOE, que ha pasado de oponerse a no querer pronunciarse sobre una hipotética aplicación del 155.
Podemos ha aprovechado esa indeterminación del Gobierno para tratar de impulsar ahora una asamblea parlamentaria alternativa al Congreso concebida para aislar al PP y Ciudadanos y plantear un referéndum pactado. Iglesias quiere reeditar su propio pacto del Tinell para abrir un nuevo frente al régimen Constitucional y poner en apuros a Pedro Sánchez.
Como con Susana Díaz
Es normal que el líder socialista tema que Iglesias le dispense el mismo jarabe de palo que él dio a Susana Díaz a cuenta de la toxicidad de Rajoy. Lo que no tiene un pase es que el presidente del Gobierno permita que su imperturbable flema debilite la solidez del bloque constitucional cuando más cerca estamos de un choque irreversible.