La imagen de cinco figuras humanas ahorcadas en un puente de Pamplona, donde estos días se juzga si una joven fue violada por cinco hombres en los sanfermines de 2016, es una estampa brutal. En una pancarta ubicada sobre los muñecos podía leerse: "Justicia". La escena es representativa de hasta qué punto hay quienes pretenden saltarse las leyes y los tribunales para imponer su voluntad, por bárbara que sea.
No estamos ante un hecho anecdótico. Coincidiendo con la celebración del juicio, los alrededores del Palacio de Justicia se han llenado de carteles con frases como "No queremos violadores" o "Pena máxima para los cinco". El miércoles, una concentración de protesta contra los acusados obligó a suspender una hora la sesión.
Apología del linchamiento
La circunstancia de que estemos ante un caso que provoca especial rechazo y que la sociedad esté particularmente sensibilizada -con razón- con las agresiones a las mujeres, no puede dar pie a hacer apología del linchamiento. Y además está la presión a la que se somete a los magistrados, un fenómeno demasiado habitual.
Hoy mismo publicamos en EL ESPAÑOL cómo es el día a día de muchos jueces y fiscales en Cataluña que investigan el golpe separatista, víctimas de pintadas, amenazas y ruedas pinchadas. Algunos, hastiados, han pedido el traslado a otros puntos del país. Pero las manifestaciones para tratar de condicionar a la Justicia son continuas, como puede comprobarse con el procesamiento de los jóvenes que apalearon en Alsasua a dos guardias civiles que estaban con sus parejas.
Instrumentalización política
Este tipo de juicios han sido además instrumentalizados políticamente por quienes buscan obtener réditos de la indignación de la gente. La semana pasada, sin ir más lejos, Pablo Iglesias acusaba gratuitamente a este periódico de “legitimar la cultura de la violación” por contar cómo la presunta víctima del Prenda y la manada trataba de encontrar la "normalidad" tras la agresión. Le recordamos entonces al líder de Podemos que ningún medio se había comprometido tanto contra la violencia machista y ningún otro había puesto tanto empeño para que prevalezca la verdad en este juicio.
Pero también la manada merece un juicio justo y con plenas garantías. Desde el convencimiento de que existen elementos indiciarios que avalan la tesis de la violación, sea cual sea la sentencia del Tribunal la respetaremos. Nos guste más o nos guste menos. Sobre todo conviene no olvidar en estos tiempos que quienes dictan las sentencias en un Estado de derecho son los jueces, no la multitud.