El nombramiento de Luis de Guindos como vicepresidente del Banco Central Europeo es un triunfo del Gobierno que ayuda a recuperar parte de la influencia perdida por España en las instituciones comunitarias. Las salidas de dirigentes como Javier Solana, Borrell o Almunia no se repusieron.
El ministro de Economía estará ahora en el núcleo duro que decide la política monetaria del continente. Pero además, con su presencia en Fráncfort, el país restituye su imagen exterior después de un lustro en el que pasó por ser el enfermo de Europa como consecuencia de la crisis de deuda y el rescate bancario.
Reparación personal
Por todo ello no se entiende la posición del PSOE, que justificó su rechazo al nombramiento con argumentos peregrinos, como que Guindos trabajó para la quebrada Lehman Brothers o que sería mejor una mujer en el cargo para cumplir con la paridad. El apoyo de los socialistas europeos al ministro español aún hace más patente su error.
En el balance de su gestión como ministro hay que reconocer que Guindos enderezó la economía y empleó con habilidad el rescate financiero de la UE para reestructurar el sistema bancario. Su designación tiene algo también de reparación personal, ya que hace un año intentó sin éxito convertirse en el presidente del Eurogrupo, un puesto en cualquier caso más acorde con su perfil.
Falta de democracia
La circunstancia de que Guindos haya sido nombrado en contra del criterio del Parlamento Europeo, que prefería al aspirante irlandés, habla, por otra parte, del déficit democrático que persiste en las instituciones europeas. A su favor, el ministro español ha tenido el bréxit: la salida de Reino Unido de la UE ha convertido a la economía española en la cuarta más potente y, por tanto, con derecho a mayor poder decisorio.
La marcha de Guindos también tendrá consecuencias a nivel interno, y es que, más allá de encontrar un recambio de garantías -todo apunta a Fernando Bécker- se rompe uno de los pocos puentes que quedaba en pie entre el Gobierno y Ciudadanos. Pero aunque eso pueda ser un golpe para la estabilidad, bienvenida sea la cuota de poder recuperada en la UE.