La política de apaciguamiento del presidente del Gobierno hacia el independentismo se ha demostrado un fiasco. Basta ver cómo está Cataluña. Por eso, que el presidente del Gobierno le pida ahora a Torra "un diálogo entre catalanes" para solucionar la "crisis de convivencia" revela una gran ingenuidad. Lo mismo que esperar "reciprocidad" de la Generalitat
La llamada comisión bilateral entre Gobierno y la Generalitat ya no aventuraba nada bueno y el tiempo viene a corroborarlo. La insaciabilidad de los separatistas hace inútil tender puentes. Las posiciones siguen tan alejadas como al principio.
Diálogo de sordos
Las declaraciones de Pedro Sánchez en las que de manera algo difusa le marca a Torra cuáles son los límites, son el último capítulo de este diálogo de sordos.
Concederle a Torra una capacidad de interlocución es y fue un error, especialmente cuando en ningún momento el presidente catalán ha cesado en su escalada de insultos al Estado y a sus representantes.
Entendimiento
Es significativo que las referencias a Cataluña hayan sido una constante en la ruta que el presidente del Gobierno ha recorrido por diversos países hispanoamericanos. Habrá que ver en qué situación quedan al final tanto la operación diálogo de Sánchez como el propio Gobierno.
No hay que olvidar que este otoño esperan la Diada, el aniversario del 1-O y el juicio a los cabecillas del procés, y que Torra ya amenaza con ser sólo “obediente” al Parlament. Aún está a tiempo Sánchez de asumir que cualquier entendimiento con el independentismo está condenado al fracaso. Pero no puede perder más el tiempo.