Mariano Rajoy ha intervenido este viernes en la jornada inaugural de la Convención del PP. Bajo una gran bandera de España y a preguntas de su amiga Ana Pastor, el expresidente del Gobierno ha pretendido hacer balance de lo que fue su gestión y de su contribución al partido.
Rajoy dedicó gran parte de su intervención a abrumar al auditorio con una letanía de índices y estadísticas sin ton ni son, y se fue disolviendo como un azucarillo hasta dejar la imagen de un hombre anodino y aún más gris que el que dejó la Moncloa.
Chascarrillos
"He llegado a inaugurar la luz eléctrica", "he puesto el único teléfono en muchas aldeas de Galicia", "el secreto del PP ha sido trabajar mucho, incluidos fines de semana", "todas las cosas malas que me pasan en la vida, las olvido, lo cual es importante porque vives feliz"... son frases que podrían formar parte de un compendio de chascarrillos y perogrulladas, y sin embargo constituyen el pobre argumentario con el que Rajoy interpreta su aportación a la vida política.
Es más, en una convención que trata de sacar al PP del marasmo para rearmarlo ideológicamente y combatir al populismo, Rajoy se ha limitado a argumentar que el Estado del Bienestar, "un modelo que no existe en el mundo, sólo en algunos países europeos", hay que mantenerlo sin "hacer demagogia".
Carencias
Queda claro que cuando Rajoy ha exclamado que ni "el sectarismo" ni "los doctrinarios" son una opción, no hacía más que poner sobre la mesa su concepto de la función pública: "cuidar a la gente", esa gente que le "trata muy bien" y que le hace sentir "estupendamente".
Ni una mención a la moción de censura que lo destronó, ni una sola palabra al entreguismo de Pedro Sánchez con los separatistas, ni un segundo a unos Presupuestos que amenazan la recuperación. Nada. No es que se esperara un discurso para la historia, pero la entrevista que le hizo Ana Pastor explica perfectamente lo que le ha pasado al PP y el porqué de su necesaria puesta a punto, que corre además el riesgo de llegar tarde.
Es verdad que, despojado de los atributos del poder, sin el oropel del cargo, las carencias de un político se manifiestan con muchísima más claridad. Pero no nos engañemos, el Rajoy que ha pasado por la Convención del PP es el Rajoy de siempre. Uno de los responsables de que España esté hoy como está.