El asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Bolton, ha instado a Nicolás Maduro a abandonar inmediatamente Venezuela. Lo ha hecho, además, recomendando al sátrapa venezolano "un retiro largo y tranquilo en una playa bonita lejos de Venezuela". En caso de no obedecer, lo tendría que hacer en la prisión militar "de Guantánamo". Un ultimátum en toda regla.
Aparte del estilo bronco que caracteriza las comunicaciones y la gestión de los conflictos internacionales de la Administración Trump, no cabe duda de que éste es el último aviso de Estados Unidos a Maduro. Bien es verdad que, de momento, Bolton ha descartado una operación militar combinada con Brasil y Colombia, y Bogotá ha confirmado que no respaldará una intervención armada en Venezuela.
Unidad de acción
Cabe recordar que desde que Juan Guaidó fue proclamado presidente interino, Estados Unidos fue el primer país en reconocer su legitimidad. Y que a rebufo de los norteamericanos, las principales democracias han hecho lo propio, salvo Italia y Austria, países que debilitan irresponsablemente la unidad de acción europea.
Tras la tradicional demora diplomática de la Unión Europea, a la que ha contribuido Pedro Sánchez con su decisión de dar a Maduro el plazo de "ocho días", bien haría ahora el Gobierno español en encabezar la reacción europea a la voluntad de perpetuarse del régimen bolivariano.
Abismo
Más aún: la responsabilidad de España es la de articular un proyecto creíble que facilite la transición en Venezuela. De momento, el domingo vence el plazo dado por Europa para que Maduro convoque elecciones presidenciales o reconocerá oficialmente a Guaidó. La situación ha llegado a un punto de no retorno.
Venezuela está en un momento crucial de su Historia. Si al cacique Maduro le queda un resquicio de dignidad debe dejar el país de inmediato. Tiene en su mano evitar el abismo de ese "pueblo" venezolano con el que tanto se le llena la boca. Váyase, señor Maduro.