La polémica de los debates en televisión ha trastocado la campaña de Pedro Sánchez, muy plácida y provechosa -según reflejaban las encuestas- hasta que, inesperadamente, se cruzó en su camino la Junta Electoral.
La resistencia del presidente a hacer más de un debate y que éste incluyera al extraparlamentario Vox, saltó por los aires al exigir varios partidos que sí están presentes en el Congreso su derecho a estar en el plató. Ahí comenzó el lío.
Miedo a debatir
Sánchez ha dado la sensación de tener miedo a enfrentarse a sus adversarios ante las cámaras. De hecho, se resistió hasta el final al debate a cuatro con Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias. Y se ha negado tajantemente a un cara a cara con el candidato del PP.
En su maniobra de escape no dudó en utilizar a RTVE: la cadena pública alteró la fecha del debate para hacerlo coincidir con al prefijado inicialmente en Atresmedia. La treta condenaba al fracaso los dos. Sólo la respuesta de los periodistas de Televisión Española en defensa de la independencia del medio obligó a rectificar a la administradora, Rosa María Mateo, que queda muy tocada en este episodio.
Otra campaña
La campaña tranquila y calculada al milímetro por el equipo de Sánchez se ha visto alterada. Por lo pronto, el presidente no quería debates y la presión le obliga al final a tener que aceptar dos: el del lunes en RTVE y el del martes en Atresmedia. Si en un debate puede haber sorpresas, participar en dos multiplica la incertidumbre.
Los 10 errores que hoy describimos en EL ESPAÑOL en relación a la gestión que de este asunto ha hecho Iván Redondo, hacen tambalearse la infalibilidad que se atribuía al asesor y jefe de gabinete de Sánchez. Pero, lo que es peor para los intereses del PSOE, abren una nueva campaña a una semana de las votaciones.